Ruseli de Jesús Duarte Matos a quien sus vecinos y amigos, incluso sus hijos, llaman doña “Chely”, es originaria de Panabá, Yucatán y llegó a Cancún entre 1975 y 1976, cuando la zona hotelera estaba construida en poco menos de la cuarta parte de lo que es hoy.
Ruseli sabía que en su tierra natal (de vocación ganadera), no habría mucho futuro y junto con su esposo, Tomás Meneses Marfil, sastre de profesión, decidió probar suerte en la naciente ciudad.
“Antiguamente era más difícil porque sólo había un camión el que viajabas por 12 largas horas. El camión llegaba hasta Puerto Juárez y de ahí caminábamos hasta lo que hoy es la estación de Bomberos ya que vivíamos con una prima en una casa de palitos con cartón y compartíamos el baño”.
Doña “Chely” no tuvo ningún problema para encontrar empleo, y a pesar de no tener experiencia en el ramo fue contratada, primero como secretaria y más adelante como asistente de contabilidad en el hotel Villas Tacul. “Trabajando en el hotel me embaracé y tuve que renunciar para dedicarme a mi hijo José Gilberto quien nació el 18 de junio de 1978, ya que antes había perdido dos embarazos”.
Luego Ruseli ingresaría al ayuntamiento de Benito Juárez durante la administración del alcalde Felipe Amaro Santana en donde – dice – prácticamente recorrió todas las oficinas: Se inició como secretaria del presidente municipal, posteriormente en Servicios Públicos, e incluso el conmutador, pero con el nacimiento de su segundo hijo – Mario Herbert, el 21 de marzo de 1979 – años más adelante decidió dedicarse de lleno a su familia: “Mis hijos fueron creciendo… tenían que ir al jardín de niños, uno iba al Miguel Hidalgo y Costilla y el otro al Nezahualcóyolt. Ya no me daba el tiempo así que dejé mi plaza y renuncié para estar con ellos”.
En tanto su esposo, don Tomás Meneses, que había instalado su sastrería en la casa donde vivían, tampoco tuvo ninguna complicación para conseguir trabajo gracias a las “chambitas” que le llegaban de la zona hotelera, misma que lo fue requiriendo cada vez más hasta trasladarse a ella para elaborar cortines y manteles. Lo curioso del caso es que actualmente don Tomás ya no se dedica a la sastrería, sino a la cocina, pues hoy en día trabaja como chef en la zona hotelera de Puerto Juárez, lo que nos indica que siguió relacionado con los manteles pero ahora preparando la comida, una antigua vocación que ya traía desde joven.
– ¿Cómo se vincula con el Frente Único de Colonos?
“Trabajando en el municipio de Benito Juárez conocí a la maestra Magaly Achach (presidenta del FUC) y ella nos invitó a participar en sus campañas y recuerdo que cuando fuimos a Puerto Juárez nos metíamos dentro del agua y habían lagartos y esto fue porque había una escuela que se inauguraba allá.
Actualmente todo Cancún dio un cambio tremendo, ya nada es como antes”.
Doña “Chely” se muestra orgullosa de pertenecer al equipo del Frente Único de Colonos como lideresa de la sección 069, de la cual hoy es su presidenta.
A ella le gusta ayudar a sus vecinos apoyándoles en las labores de gestoría para solucionar los problemas más comunes. Luego, echa un vistazo al pasado:
“Mi casa es fruto de nuestros esfuerzos. Aquí vivimos (Región 72) desde que mis hijos iban al jardín de niños. Recuerdo que el mercado era de palitos y pedazos de cartón, no había agua, ni luz; hasta dudábamos que fuera haber calles”.
MOVIMIENTO Y SALUD
Hacia el final de la entrevista Ruseli de Jesús nos reserva una grata sorpresa: Detrás de la lideresa de colonos se “esconde” una bien preparada maestra de yoga.
Resulta que siendo una muchacha de 18 años decidió estudiar la preparatoria en la Vocacional No. 6 de la ciudad de México. Eran los inicios de los años 70’s, y reconoce que nunca pudo adaptarse al frío de la capital de la República, razón por la cual se vio obligada a regresar a Yucatán, pero no todo fue tiempo perdido, ya que un buen día se topó con una academia de yoga ubicada en la zona de Xochimilco.
Doña “Chely” aprendió yoga de las doctrinas tradicionales del hinduismo, con una combinación de 10 maestros de diferentes países: “mi maestra era una hindú. Ella no hablaba nada de español y quien nos traducía era un maestro yucateco. Ella decía que nos íbamos a encontrar dentro de 50 y 100 años; y ya nos encontramos aquí en Cancún en el hotel María de Lourdes. Ahora, ya para los 50 ó los 100 años pues no sé en dónde será… es un decir.
“La maestra nos decía: esto que están aprendiendo les va a servir para la salud, esto es un bombazo y lo van a oír en la boca de los profesionistas. Recuerdo que todavía trabajaba en el ayuntamiento cuando leí en el periódico que habían llegado unos hindúes y me fui a verlos con unas compañeras para que lo observaran, y ahí estaba la maestra, vestida toda de blanco y descalza, ella ya había alcanzado el grado de la levitación (suspenderse en el aire)”.
Actualmente doña “Chely” imparte clases de yoga en el parque de la Región 91 y le inculca a sus alumnas los mismos principios que ella aprendió en la ciudad de México, y considera que tiene discípulas tan avanzadas que incluso ya pueden ser maestras.
“La yoga es la mejor medicina para curar las enfermedades: insomnio, sinusitis, dolores musculares… Tengo una alumna que ya la habían desahuciado de enfisema pulmonar y empezó a tomar clases de yoga. Antes no podía caminar ni dos cuadras porque se cansaba ahora me dice que ya camina 20 cuadras”.
La disciplina física que doña “Chely” comenzó con ella misma, de alguna u otra forma la ha trasmitido a sus hijos a quienes de pequeños llevaba a clases de Tae Kwan Do y hoy son maestros de este deporte. Luego, remata la charla: “No me arrepiento de haber dejado mi plaza en el ayuntamiento porque me dediqué a mis hijos y me salieron muy buenos”. Así concluye la entrevista con esta dirigente del Frente Unico de Colonos, abuela de tres nietas: Ana Leslie, María José y Yaretzi, y maestra de yoga.
