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LA XTABAY. Fundamentos Históricos de su Leyenda. Por Cecilia Rosado Avilés
16.08.2010 12:49
Cecilia Rosado Avilés Monumento a la Xtabay, Fotografía de Miguel Güémez. La explicación del mundo y de lo desconocido a partir de los cuentos y leyendas conforma el bagaje mítico de un grupo social y permite, desde su análisis, un acercamiento al inquietante mundo de lo subjetivo. Así, los valores, creencias, actitudes y formas de entender las distintas etapas de la vida, quedan plasmados por entre las líneas de estas narraciones. Una de las formas en que se manifiesta esta concepción del mundo es el cuento. Pero no es la única forma las anécdotas, las explicaciones cotidianas de los fenómenos, las actitudes y la manera misma de resolver los problemas diarios van conformando la conciencia de los individuos. (Portal, Cuentos y mitos en una zona mazateca: 27). El mensaje impreso en la creación se encuentra, entonces, plagado de una serie de elementos que a forma de un "juego jeroglífico" compuesto de elementos reales e imaginarios, ofrece un acceso a un nivel profundo de la cultura, mediante la secreta elocuencia de la subjetividad planteada en el texto. Un pueblo se salva cuando logra vislumbrar el mensaje que ha traído al mundo, cuando logra electrizarse hacia un polo, bien sea real o imaginario, porque de lo uno y lo otro está tramada la vida. La creación no es un juego ocioso. Todo hecho esconde una secreta elocuencia, y hay que apretarlo con pasión para que suelte su juego jeroglífico. (Reyes, "Prólogo", en Mediz Bolio, La tierra del faisán y del venado: 10). Desentrañar ese "juego jeroglífico" en busca de la conformación de la figura femenina y los criterios de valor que se relacionan con ella dentro de la narrativa surgida de la oralidad maya, precisando en las transformaciones que ha sufrido, es el objetivo fundamental del análisis de las distintas versiones de uno de los mitos más difundidos y conocidos dentro de la tradición literaria yucateca: La Xtabay. La leyenda de la hermosa mujer de características indígenas que se aparece cerca del árbol sagrado de los mayas para matar a los hombres con los encantos de su apasionado amor, trasluce toda una gama de valores asociados a la sexualidad humana, la virtud y por ende la feminidad. La Xtabay, forma parte de todo un grupo de figuras que aparecen en las literaturas indígenas cuya presencia en el mundo material, expone una xplicación de la relación que impera entre el hombre y la naturaleza. En el mero centro de la relación más material del hombre con la naturaleza material que lo rodea, se encuentra un conjunto complejo de relaciones ideales, cuya presencia e intervención son necesarias para que una actividad material se cumpla. (Godelier, "Infraestructura, sociedades, historia", en Cuicuilco, Núm 1:48. En este sentido, las leyendas dejan traslucir un conjunto de símbolos que reflejan una concepción del mundo desde una perspectiva interior de la cultura. Si bien no estamos ante un proceso totalmente racionalizado, no por ello resulta menos real e importante para comprender los diversos aspectos en los que se encadena la unidad cultural. El mundo es un sistema de símbolos que se reflejan mutuamente: colores, tiempos, espacios, orientados, astros, dioses, hechos históricos, todos encuentran una cierta correspondencia. No nos encontramos en presencia de largas cadenas de raciocinio, sino de una recíproca y continua de los diversos aspectos de un todo. (León Portilla Filosofía Náhuatl: 47). En el caso de Yucatán, la producción literaria surgida de los cuentos y leyendas indígenas, tiene una amplia tradición que parte de la oralidad, y se traduce en literatura impresa con el correr de los años. El movimiento indigenista literario propicia que autores como Antonio Mediz Bolio y Ermilo Abreu Gómez vuelvan la vista al pasado maya y usen las leyendas para construir sus relatos, formando una verdadera pléyade de escritores de leyendas y consejas que perduran hasta nuestros días. Los productos de estos esfuerzos son obras bastante alejadas de la tradición oral, es decir, que utilizan la temática de los cuentos mayas pero los reinterpretan en base a un bagaje cultural sumamente lejano a sus orígenes. En este sentido, resulta ilustrador el que en algunas recreaciones de la Xtabay, esta forma parte de la ceiba pese lo incongruente del hecho si se considera que la ceiba es un árbol sagrado maya. No obstante, en algunas de las versiones la ceiba encarna a la Xtabay y los hombres atrapados por ella se incorporan al árbol; de forma tal, que para terminar con su influjo es necesario cortar el árbol y, aún más, quemarlo entre los quejidos y lamentos de las víctimas de ese terrible ser. 1 Sin embargo, desde la misma tradición oral nos llega la corrección esta errada interpretación. Arbol sagrado y bueno es la ceiba para que su seno pueda nacer ningún ser maligno. No... la mujer Xtáabay nace de una mala planta punzadora, y si se le encuentra junto a las ceibas es porque puede ocultarse tras el tronco, que es ancho, para sorprender a sus víctimas... Y también, porque sabe que las ceibas son árboles que más ama el indio, y que con predilección se acoge a ellos... Pero de ningún modo es hija de la ceiba. (Rosado Vega: 1-2). La idea de la Xtabay, asociada a una planta punzante se repite en diversas versiones donde, por ejemplo, se puntualiza en que su cabello es blanco como el fruto de la planta en cuestión. Algunas décadas después, el interés por rescatar las tradiciones y leyendas genera publicaciones que pretenden transcribir parte de la tradición oral existente, en diversos lugares de la península. Este material ofrece, en su conjunto, un acercamiento a las versiones primarias de las leyendas y constituye un interesante material que, en contraposición con las versiones de literatos inmersos en la cultura occidental, ofrece una panorámica de las transformaciones que las narraciones han sufrido. El corpus de materiales en los que se sustenta el trabajo es, pues, muy variado, ya que disponemos de las interpretaciones y recreaciones de los autores más reconocidos del indigenismo literario yucateco, así como versiones que únicamente elaboran una trascripción de la tradición oral preocupándose por conservar, incluso, el estilo de los narradores. De igual manera, incluimos versiones reelaboradas por autores provenientes de las mismas comunidades indígenas o directamente relacionados con el movimiento de conservación de la lengua maya. Las distintas versiones presentan, al confrontarlas, el choque de dos éticas enfrentadas por el proceso de conquista y colonización, que llevó consigo un rechazo a los elementos ajenos, la incorporación y, en su defecto, la reelaboración de una ética nueva. Las alteraciones sufridas por siglos de conquista y dominación colonial, propician que la tradición oral indígena se reestructure o reelabore como medida de resistencia alterando sus elementos o encubriendo algunos que chocaban frontalmente con los valores cristianos. En el caso de Xtabay, su origen se encuentra relacionado con la diosa prehispánica Ixtab que se aparecía cerca de los árboles frondosos para conducir a los suicidas al paraíso, lo que representa un enfrentamiento total con los valores religiosos cristianos dentro de los cuales el suicidio figura como el peor de los pecados. Los antiguos mayas creían que los suicidas se iban directamente al paraíso. Tenían una diosa especial que era la patrona de los que se habían privado de la vida ahorcandose, la llamada Ixtab diosa del suicidio (Morley, S., La civilización maya: 218). Otra de las formas de resistencia fue la transformación dentro de la oralidad de los seres malignos en entes física y moralmente cercanos al grupo dominador.2 Junto con este proceso, que de ninguna manera significa la perdida total de los contenidos étnicos, nos enfrentamos al etnocentrismo, no solo de los recopiladores sino de los mismos científicos sociales, que aunque consientes del proceso de sincretismo y de aculturación no lo incorporan al análisis. Así tenemos que autores como Félix Báez, reconocen en sus referencias teóricas la dualidad ética de las figuras míticas mesoamericanas, donde bondad y maldad se fusionan en las deidades ofreciendo una continuidad, lo que no se presenta entre la cosmogonía cristiana. Mientras que en las creencias y cristianas la relación entre Dios y el mal se contempla de manera discontinua y opuesta, el pensamiento religioso mesoamericano la concibe en términos de continuidad y pluralidad: 10. El mismo autor reconoce el androcentrismo que prevalece en la cultura hispana, permeada por el cristianismo, al señalarnos que a partir de una visión patriarcal, la mujer pierde su ambivalencia para convertirse en un ser peligroso como detentador del placer sexual 3. Sustentada en una visión del mundo patriarcal, la Iglesia convirtió a la mujer en el tema mismo del pecado, y engendró la bruja, monstruo sexualmente en el que se pretendió expiar los valores ambivalentes atribuidos a la mujer. (Ibid). Tenemos, entonces, que acompañando al etnocentrismo, se pueden apreciar posiciones androcéntricas que propician asociar cualquier forma de ejercicio del poder de la mujer a figuras perversas y malignas, visión propia de la cosmovisión de la cultura dominante. Esta prejuiciada óptica impide el considerar la dualidad presente en el universo simbólico maya, donde el género femenino no se construye en antagonismo con el masculino y permite la incorporación de valores positivos y negativos en una sola figura. En este sentido, es importante apuntar que, como diversos autores señalan, durante la conquista se impuso la idea de inferioridad étnica a la par el de la inferioridad de la mujer, contraria a la concepción mesoamericana. En la cosmología mesoamericana existía un concepto dualista de lo masculino y lo femenino. Habían numerosas diosas importantes y casi todas tenían un aspecto masculino. Este concepto de unidad dual fue también visto por Thompson en Itzamná y su pareja Ixchabel Yaax en la región maya. Lo femenino como fuerza cósmica no era una presencia que se impusiera sobre lo opuesto, más bien el equilibrio era importante como una fuerza sustentadora del universo y de la sociedad. Masculino y femenino no eran excluyentes. (Santana, "El género en la historia" en: Unicornio No 258: 11). Morley señala claramente la presencia de esta unidad dual en la descripción que elabora de la diosa Xchel quien es asociada con la destrucción y la preñez al mismo tiempo: Xchel era un personaje importante del panteón maya, aunque aparentemente poco amiga del hombre. Ya la hemos visto en la figura de una vieja aira en la destrucción del mundo por el diluvio... Aparece también como la personificación del agua como elemento de destrucción, de las inundaciones y torrentes de lluvia. Se le representa generalmente rodeada por símbolos de muerte y destrucción, con una serpiente retorciéndose sobre su cabeza y huesos cruzados bordados en su falda. Pero Xchel parece haber tenido también un lado bueno. Era la consorte de Itzamná señor del cielo y mientras su marido se muestra algunas veces como el dios sol ella parece haber sido la diosa luna. Era también la patrona de la preñez y la inventora del arte de tejer: (Morley, S. op. cit: 218). La asociación de la serpiente se hace presente en algunas de las versiones de Xtabay, tal y como recogen Redfield y Villa Rojas en sus trabajos con los mayas de Yucatán. Ella también se identifica con cierta clase de serpiente, verde y amarilla con rayas arriba conocida como cauy-ican. Ella se posesiona en la serpiente y con la punta de su cola detiene al hombre jalándolo por la ventana de la nariz. (Villas Rojas y Redfield, Chan Kom: Una villa maya. Traducción personal). Dentro del proceso de evangelización la serpiente y por ende la mujer Xtabay y su sensualidad son asumidas de origen demoníaco, alejándose de las deidades mayas relacionadas con la luna y con la tierra 4. Recapitulando sobre la trasformación que siglos de conquista y dominación han ejercido sobre la identidad femenina, al menos en su proyección hacia el exterior, Francesc Ligorred señala: Una historia interminable pues, en la que la dios madre Ixtab, se transforma en la terrible abuela serpiente Xtabay, y su encanto ya no lleva a los hombres guiados por la soga al cielo, sino que los pierde en un infierno del que no hay regreso, sólo muerte. ¿Dónde queda la fértil Ix Chel, dónde queda la vieja hechicera protectora del rey de Uxmal, dónde queda X-batab, "la mejor amiga" de Felipe Carrillo Puerto?... (Ligorred, F. "In weet x-chupile ex / Amigas mujeres", en Unicornio No. 259:4). Sumado a esto, encontramos que al decodificar los símbolos de las leyendas mayas, no se hace un exhaustivo análisis de las fuentes, por lo que se asumen como indígenas juicios de valor de diferentes orígenes, simplificando, de esta manera, los contenidos del mito existentes en cada de las versiones. Esta omisión conduce a la pérdida de la diversidad cultural que lo rodea. Inmersa en un proceso de incomprensión, burda simplificación, pérdida y temor, la Xtabay se aleja de sus orígenes y llega a nosotros convertida en un ente maligno, que utilizando la figura de una mujer indígena de belleza irresistible, encanta a los hombres proporcionándoles el mayor de los placeres y luego la muerte. Sin embargo, la leyenda misma señala que no es posible entender las acciones de "la engañadora," como también se conoce a la Xtabay, si se desconocen sus orígenes. Mucho se ha dicho de la mujer Xtábay... mucho, pero todo en referencia a que es una hermosa mujer india que embruja con sus malas artes a los hombres que se le acercan cuando la encuentran la noche en los caminos, y que los seduce porque es muy bella, pero también los mata porque es muy cruel de corazón... Esto es lo que se cuenta, pero no se cuenta su origen, no se dice quién fue la mujer Xtábay antes de dedicarse a tan perversos oficios, es decir quién fue en su vida humana... Esta lo viene a aclarar la tradición. (Rosado Vega.op. cit :1). La historia relata la existencia de dos mujeres con comportamientos totalmente contrapuestos, una de ellas es llamada en la traducción "la pecadora", ya que vivía y gozaba del amor con cuantos hombres pudiera. No obstante, poseía gran nobleza ya que manifestaba sentimientos de caridad hacia los demás y en especial hacia los desprotegidos. Pero la pecadora a pesar de ser como era, hacía el bien a manos llenas en cuanto le era posible y socorría a los mendigos que llegaban a ella en demanda de algún auxilio... Curaba a los pobres enfermos abandonados, apartaba a los animales inútiles... jamás se le había oído murmurar de nadie, y por último era humilde de corazón y sufría resignadamente las injurias de la gente... (Ibid:4). De forma contraria, la otra mujer esgrimía una "virtud" inquebrantable en relación a su actuación sexual, pero era mezquina en cuanto a su relación con los demás, especialmente con los humildes a quienes trataba con desprecio. La uts ko'olel por el contrario, aunque muy virtuosa de cuerpo, era rígida de carácter, y de tan egoístas sentimientos que trataba con desprecio a los pordioseros que se acercaban sin darles nunca un mendrugo de pan... Desdeñaba a los humildes por considerarlos inferiores a ella, no curaba a los enfermos por repugnancia... pero no pecaba nunca en pecados de amor... Recta era su virtud como un palo enhiesto, pero frío su corazón como la piel de las serpientes. (Ibid). Las últimas frases de la cita anterior resultan sumamente reveladoras en cuanto a la ética moral que trasluce el escrito, ya que dentro del texto la virtud se presenta como algo rígido, seco y estéril así como un "palo enhiesto", puntualizando en que el "no pecar nunca de pecados de amor", no garantiza de ninguna manera la nobleza del personaje en cuestión. Esta lógica se aleja e, incluso, se enfrenta directamente a la concepción cristiana de la virtud y el pecado, cuando al morir la primera de las mujeres su cuerpo expide un delicioso aroma y posteriormente su tumba se cubre en forma permanente con flores silvestres. En contraposición, cuando la segunda mujer muere su cuerpo se corrompe exhalando un pútrido aroma, lo cual encuentra su explicación en una concepción muy particular de la virtud que se hace explícita en la leyenda y no se reduce a la represión de los deseos sexuales. Según el sentir de la tradición todo esto tenía su explicación en que la X Kéban si gustaba darse al amor, lo cual hacía sin hacer daño a nadie, había sido en realidad una mujer virtuosa, y la Uts koòlele aunque intocada de cuerpo había sido en realidad una mujer mala, porque como dice el indio la virtud esta en el corazón y no en las acciones de los hombres precisamente. (Ibid:6-7). Más allá de la vida, las dos mujeres se metarmofosean en flores con características que funcionan como una síntesis de su comportamiento en vida. Sigue diciendo la tradición en la florecilla llamada xtáabentun, que es dulce, sencilla y olorosa, y tan humilde que se la ve en las cercas solamente, como buscando apoyo al sentirse indefensa, tal como se sentía en vida la Xkeban... El jugo de esa florecilla embriaga, sin embargo, agradablemente como el amor de la Xkeban. En cambio , la X-uts ko'olel se convirtió después de muerta en la flor del tsakan, que es un cactus indio erizado y de espinas que se alza rígido como dicen que ha de ser la virtud (Ibid:7). Al final, la antes mujer virtuosa, transformada ahora en flor de un cactus punzante, reniega de su suerte y envidiosa de la flor embriagante y dulce del xtáabentun solicita la ayuda de los malos espíritus para trasformarse en la temible Xtabay. Entonces la x-uts ko'olel llamando en su ayuda a los malos espíritus consiguió el don de volver al mundo cada ves que quisiese convertida nuevamente en mujer, para enamorar a los hombres, pero con un amor nefasto, porque la dureza de su corazón no le permitía otro... (Ibid: 8). La Xtabay encuentra, pues, su origen en esa virtud de cuerpo rígida en los hechos de la vida cotidiana pero lejana de la pureza del corazón. La Xtabay no encuentra su origen en la mujer que seguía sus "impulsos naturales", sino aquella que en aras de la virtud reprimía sus deseos. La Xtabay pierde a los hombres en venganza de toda la pasión que no disfrutó en vida y en este caso su amor no parte de un "impulso natural" como en el caso de la primera mujer, sino de un acto de venganza propio de un "corazón duro". La castidad resulta, en esta versión, sumamente peligrosa, ya que no ceder a los impulsos sexuales, como manda la moral cristiana, se considera algo alejado de un actuar natural y la represión puede generar perversos sentimientos. La Xtabay es la mujer que después de muerta ha venido al mundo a repartir amor, lo que por egoísmo no quiso hacer en su primera vida. (Llanez, E.: 109). En el correr de las versiones la Xtabay pierde esa dualidad que le dio origen y en múltiples versiones se trasforma en una figura de características malignas cuyas acciones mandan, ahora, una clara advertencia sobre el enorme peligro de la pasión y la lujuria. Por ejemplo, Mediz Bolio, establece una clara asociación entre las apariciones de la Xtabay y los fogosos deseos del adolescente, puntualizando en que la Xtabay no sale de la ceiba o surge del monte, sino del interior del individuo como reflejo de sus propios deseos, y por lo tanto, es prácticamente imposible huir de ella. Pero, entre tanto, ¡desventurado de ti si en el camino has de encontrar a aquella que escapará como humo y a quién tú seguirás como el viento aquella que cuando te haga su cautivo te parecerá que sale del tronco de la ceiba y no sale sino del fondo de tu propio corazón! (Mediz Bolio, La tierra del faisán y del venado: 113). La sensualidad se desborda en el texto de Mediz Bolio, al explicar la identidad de Xtabay como parte del aprendizaje mismo de la adolescencia y del control sobre los deseos. Si ya has conocido lo dulce de embriagarse con el olor de vainilla que hay en el cabello de las mujeres, y si sabes apretar tu boca entre sus labios para gustar su jugo, como el de una ciruela madura... Pobre de ti, la Xtabay es la mujer que deseas en todas las mujeres y no has encontrado en ninguna todavía... ¡Desdichado! Y sentirás sus ojos clavarse en ti como dos flechas que no te puedes arrancar. Así serán como las azagayas de cazar el mono que tienen seis puntas al revés y no salen nunca. ¡Desventurado de ti, porque no sientes miedo ni dolor, sino locura y felicidad, y es que has visto al deseo y se te ha abierto el corazón! (Ibid: 109) La Xtabay resulta terriblemente poderosa porque encarna el deseo incontenible, la pasión que, desde la visión del autor, una vez desbordada tiene consecuencias fatales y, en este sentido, la narración se inscribe como clara advertencia. "La Xtabay es la mujer que deseas en todas las mujeres y no has encontrado...", señala el autor, es el producto de tu imaginación y lujuria por lo que resulta prácticamente invencible luego que ha sido convocada. La visión de Mediz Bolio advierte sobre el peligro de ceder al amor carnal, que en esta ocasión no se mira como un "impulso natural", sino con una carga moral que lo convierte en algo peligroso, por lo que se fomenta la autocontención. Siguiendo con esta lógica, encontramos otras versiones en las que la leyenda refiere advertencias en relación con la infidelidad femenina, en donde la mujer adultera se trasforma en la Xtabay como castigo a su errado comportamiento, o en su defecto, simboliza la tentación capaz de perder a los maridos adúlteros. Mientras que en las versiones más occidentales la Xtabay trasmite un mensaje relacionado con el comportamiento moral de los individuos, en una de las versiones recopiladas por la revista Yikal Maya Than, la Xtabay se vuelve una figura contestaría que enfrenta a los grupos culturales, al ser un ente de características femeninas, definitivamente indígenas, capaz de exarcerbar los deseos de los hacendados, de tal forma que aquel que siente el derecho de saciar sus deseos con cualquier mujer maya, corre tras la tentadora mujer. Corrió al encuentro de aquella mujer tentadora y hermosa, que él se figuro sería alguna joven india, fácil conquista para sus ímpetus de tenorio pueblerino. Llego hasta la misteriosa desconocida que le hablaba en la lengua primitiva de aquellas regiones y le tendía sus brazos y le brindaba sus labios rojos como el plumaje de los cardenales, y la desnudez ebúrnea de su cuerpo perfecto, como ánfora de barro llena de agua fresca que calma todas las fiebres pasionales... Llegó la tentación inevitable de aquella mujer escultural que era una promesa de supremos éxtasis. (Sosa Ferreyro Roque. "La Xtabay":9). Las promesas de éxtasis, culminan con la muerte del "niño" de la hacienda envenenado por los labios de la mujer indígena que, en esta ocasión, es llamada en la traducción "la implacable". En este contexto, Xtabay, detentando un cuerpo y una lengua indígena, termina con las aventuras de un "tenorio pueblerino". La mujer como detentadora de poder, contraria de la imagen sumisa y subordinada propuesta por el cristianismo, se refleja en el mito de la Xtabay. En este sentido, la implacable Xtabay surge como respuesta a una sociedad que, inmersa en nuevos valores, niega todo ejercicio de poder a la mujer. No es extraño, entonces, que una joven mujer indígena transformada en figura mítica vague por los caminos mayas ejerciendo un control total, sobre la voluntad y los deseos de los hombres que salgan a su paso. El dominio de la Xtabay es total, ya que ella es quien determina ante que individuo habrá de aparecerse y no se presenta a voluntad del caminante, pese a que este salga en su busca. Hay algunos que se han armado con su valor, como una coraza de cuero endurecido, y han llegado, en lo más silencioso de una noche clara, hasta el tronco de las ceibas, en donde vive la Xtabay, y han hecho sortilegio para hacerla salir y para interrogarla. Pero ella no ha venido a los que la llaman así, ni de otra manera. Ella sale al camino del que va solo y es arrogante y piensa en un amor. Porque ese ha de seguirla irremisiblemente. Ella no llama al que sabe que no la ha de seguir" (Mediz Bolio, op. cit: 112). En el mismo orden de ideas, la actuación de la Xtabay es interesante, ya que aparece ante los hombres obligándolos a seguirla, situación que exacerba más sus deseos. Sin embargo, en esta misma versión, no se renuncia a la posibilidad del dominio masculino y pese al gran poder de la Xtabay se deja un camino para poseerla, atrapar su voluntad y hacerla esclava. Si yo pudiera darte un talismán, te lo daría. He aquí que lo hay, pero no puedo dártelo. Porque lo tiene sólo aquel que ha podido llagar a la Xtabay y arrebatarle una hebra de su cabello, porque entonces ella le siguió como una esclava y él fue su dueño y le mandó obedecer, y ella obedeció" (Ibid:113). Buscando otras formas de quebrantar el influjo de "la engañadora", algunas versiones retoman de nueva cuenta la dualidad de la figura femenina, ya que será una mujer y sólo otra mujer, que representa el bien y al amor sincero, quien será capaz de romper el dominio de la Xtabay. Así, en una de las versiones denominada "Cómo engaña la Xtabay", encontramos que un joven después de luchar contra la Xtabay enferma, por lo que la familia llama a un hechicero quien concluye que sólo la novia podría romper el hechizo. Las dos mujeres, presentes en este caso, simbolizan bondad y maldad en la figura femenina, de nueva cuenta por separado; rompiéndose, de esta manera, la unidad dual que permite integrar varias facetas, incluso contrapuestas, en una sola figura. La pérdida de esta unidad y la ruptura de la figura femenina en opuestos bueno-malo trasmiten una carga de connotaciones negativas a la enorme sensualidad presente en el mito de la Xtabay. La forma en que la Xtabay seduce a los hombres no muestra elementos sobre naturales, antes bien, utiliza aquellos que son considerados atractivos por el grupo cultural. Pronto vio aparecer a una joven y muy hermosa mujer, de quien blanqueaban el hipil y el fustán, que iba peinándose los negrísimos cabellos que cubrían su espalda hasta casi las pantorrillas, exhalando un grato perfume. Su cuerpo muy erguido, al moverse levemente semejaba a una palmera, sus redondos brazos movíanse con gracia, sus piececitos parecían dos pajaritos que se asomaban y ocultaban a la orilla de su fustán; no tengo que decir cuanta era la belleza de la joven, cual negros eran sus ojos y que diminuta su boca y cuan hermosos su cuello y su pecho. (Pérez Arceo, Leopoldo "U tzicabilil Xtabay":53). Sin embargo, existen ocasiones en las que Xtabay no aparece vestida con la ropa tradicional maya, sino desnuda bajo su larguísimo cabello. Llegó hasta él la voz dulce y doliente de una mujer, que junto al tronco ancho y robusto de una ceiba, lucía la belleza pagana de sus desnudeces, suelta la amplia cabellera como un manto piadoso. (Sosa, Roque, op.cit:9). Su actuar es de dulce coqueteo, la voz y la mirada dulces unidas a la acción de peinar sus cabellos parecen constituir el poderoso atractivo de la Xtabay. Clavará en ti la mirada y te sonreirá con ternura mientras peina su larga cabellera color castaño que le llega hasta los tobillos; te alargará su mano con finura y con una señal te dirá ven. (LLanez, Eleuterio, "La Xtabay": 109). El pelo suelto, limpio y fragante, sobre los vestidos o el cuerpo desnudo, resulta la principal arma de seducción de la implacable mujer. Su actuar resulta de lo más humano, ya que su poder radica en la seducción y su mejor arma es un cabello majestuoso y pulcro. El tema del cabello de la Xtabay resulta ser tan recurrente que, incluso, se ha vuelto tema de narraciones y versos. Al respecto, en la revista Yikal Maya Than encontramos una versificación sobre el tema, que narra la pelea de Xtabay con algunos otros seres sobre naturales en la que ésta termina, un tanto cómica, con la cabellera arenosa y enredada. Mi atractivo fue mi pelo sobre mi ropaje blanco hizo mi senos precioso, e, irresistible mi flanco pero sin cabello limpio hacer que un alma se pierda es imposible, arenosa está mi cola de cerda. (Bolio, Dolores, El peine de la Xtabay: 195). La Xtabay consigue en la versificación un peine elaborado con los dientes del tronco de una árbol que resulta, por pertenecer a ella, un infalible filtro de amor para retener a los amantes. Desde entonces, la muchacha se peina su cabellera con este peine, si pasa el galán a quien espera (...) péinate siempre constante con ese peine embrujado y te adorará tu amante (Ibid) El peine detenta, de alguna forma, el poder de seducción de Xtabay y se convierte en un objeto preciado para las mujeres. La mítica indígena maya, pese a estar asociada con los seres malignos, detenta el poder de tomar posesión de la voluntad masculina. El poder de seducción de Xtabay se convierte, pues, en algo transferible a otras mujeres mediante la simplificación del objeto "peine". Esta asociación entre cabellera, capacidad de seducción y poder, explica las versiones mencionadas con anterioridad sobre la posibilidad de protegerse de la Xtabay arrancándole hebras de su cabello. El mito de Xtabay, desdoblado en sus múltiples leyendas, nos ofrece un acercamiento a una figura femenina detentadora de un gran poder, que presenta elementos que bien pueden ser leídos como contestarios respecto al comportamiento sexual y social del grupo dominador. Xtabay, en el correr de las leyendas, se vuelve una respuesta a la ética occidental cristiana en cuanto surge de esa virtud hueca y espinosa, que significa la represión sexual propuesta por los evangelizadores. Sin embargo, su influjo no termina allí, ya que Xtabay recorre los caminos haciendo que los hombres, indígenas y españoles, corran tras ella atrapados por su terrenal belleza femenina. El ejercicio del poder femenino de Xtabay resulta enorme, ya que parte de los deseos más humanos. La diosa Ixtab que conducía a los hombres al cielo ha quedado atrás y ahora la envolvente cabellera de "la implacable" los lleva, después del mayor de los placeres, al infierno o la locura. Xtabay con su larga cabellera, sus apariciones nocturnas y el fatal destino de sus enamorados, confiere a la imagen femenina un enorme poder ligado irremediablemente a la sensualidad. Pero que al mismo tiempo, representa un poder que traspasa los ámbitos terrenales y que permite la intersección de lo natural con lo sobrenatural en un continuo posible de establecer solo a través de una mujer. Las distintas respuestas culturales que concatena la Xtabay son difíciles de delimitar porque al amalgamarse en torno al mito, con el correr de los siglos y el sincretismo cultural, han perdido sus fronteras; lo cierto es, que cerca del tronco de las ceibas se configura una figura de mujer de enormes dimensiones que, al ser una de las leyendas más difundidas en el antiguo territorio maya, nos permite un acercamiento a los arquetipos femeninos y al poco conocido mundo de la subjetividad de las sociedades de origen indígena . Pues bien, sepan los que quieran saberlo que esa era la mujer Xtáabay, la que surge del tsakam, la flor del cactus punzador y rígido, que cuando ve a pasar a un hombre vuelve a la vida, y lo sigue por los caminos , o lo atisba bajo la ceibas, peinando su largo caballero con un trozo tsakam erizado de púas a manera de peine, hasta que consigue atraerlos a sí y los seduce y mata, al fin, en el frenesí de amor infernal. (Rosado Vega, op. cit: 8).
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