Los metasememas y metalogismos, componentes decisivos para comprender adecuadamente el lenguaje de Zuyua del que nos hablan los Chilames y el Ritual de los Bacabes, requieren un análisis más detenido de los elementos culturales que entran en juego para el pleno conocimiento del código empleado por los sacerdotes-científicos-literatos de la Colonia y poder así trasladar acertadamente los mensajes en cuestión a otra lengua y para miembros de otra ciudad.
La mención de Zuyua Than (el lenguaje Zuyua) en los textos mayas coloniales de la Península de Yucatán ha dado lugar a varias interpretaciones en relación a su significado; se trata de argumentos que van desde un posible origen toponímico hasta otros que fijan su atención en el carácter ritual, pero todos ellos han servido para que los investigadores ofrezcan alguna definición del llamado lenguaje de Zuyua, si bien en la mayoría de los estudios se deja a un lado el análisis filológico del propio término y el contexto histórico de la lengua y de la literatura maya coloniales.
A partir de una lectura filológica de aquellos fragmentos en los cuales aparece el término Zuyua, que toma en cuenta las consideraciones resultantes de trabajos anteriores y las referencias léxicas de los vocabularios mayas coloniales y os diccionarios modernos, esta discusión tiene por el objetivo de identificar el contenido semántico de Zuyua no sólo como un recurso lingüístico sino también como una fórmula retórica de clausura usada en los textos mayas coloniales de contenido mítico, religioso o ritual; en estos textos, escritos con la voluntad de preservar conocimientos y costumbres culturales, los autores parecen conscientes de hacer uso de un tipo de discurso emanado de lo que vendría a ser la resistencia literaria maya.
Debo advertir que el tema que aquí se trata se enmarca en la tradición literaria maya, tradición que se expresa pues, exclusivamente, en lengua maya y que se inicia con una etapa antigua caracterizada por el uso de la escritura jeroglífica (estelas, códices, etc.) y a la cual sigue una etapa colonial (s. XVI-XVIII)que aporta las ya famosas obras del Ritual de los Bacabes, los Cantares de Dzitbalché o los libros de Chilam Balam entre los maya-yukatekos, o del Rabinal Achí y el Popol Vuh entre los maya-kichés. Esta tradición literaria maya recala finalmente en una etapa moderna (s. XIX-XX) sustentada, como las anteriores, en la tradición oral, pero que produce en los últimos veinte años una serie de creaciones poéticas –de autor- de sumo interés (ver Ligorred 1997).
Recordar solamente que apenas un siglo antes de la llegada de los españoles a la Península de Yucatán, varios linajes mayas se conjuraron contra los poderosos Cocom y destruyeron la hasta entonces capital política que era Mayapán; lo que resulta interesante es observar que “Cada Señor procurò de llevar más libros de sus Ciencias, que pudò, a su Tierra, adonde hicieron Templos; i esta es la principal causa de los muchos Edificios, que hai en Yucatán. Siguió toda su gente Ahxiui, Señor de los Tutulxius, i pobló Maní, que quiere decir, ià pasò; como si dixese, hagamos Libro Nuevo” (Brinton 1882,90). Los conquistadores españoles hallaron, pues en Yucatán a un pueblo poseedor de una escritura propia y conocedor de la función poética del lenguaje; de ahí que “La literatura escrita en lengua maya es muy extensa y gran parte de ella es trabajo de escribas y cronistas indios. Tan pronto algunos de estos supieron escribir al modo europeo se dedicaron a transcribir códices jeroglíficos antiguos, a registrar tradiciones orales históricas y religiosas mayas y cristianas y hechos contemporáneos de la vida de las comunidades yucatecas”. (Barrera Vásquez 1980, 74). Además, los mayas que gustan del arte de la conversación o tzicbal y saben del poder de disponer de la palabra, avanzan más allá de la retórica del habla para alcanzar, a través de la escritura –sea esta jeroglífica o alfabética-, la fuerza social de sus sacerdotes y gobernantes y el prestigio étnico como pueblo.
Y el uso y familiarización de los mayas con la escritura lo que propició que decidieran registrar durante la Colonia sus antiguos conocimientos y creencias a través del alfabeto latino. Como dice Barrera Vásquez, “Poseedores de la escritura alfabética los mayas yucatecos se esforzaron en conservar sus más caras tradiciones con este medio. Algún sacerdote nativo iniciaría este nuevo rasgo cultural y de su libro original, que lo copiarían los de otras comunidades, se irán formando los de cada pueblo, adicionándose el núcleo original con textos particulares” (1980-1981, 156) y “Así formaron los libros de “Chilam Balam”, de los cuales se conservan copias sacadas de otras copias ahora inexistentes. Los libros de Chilam Balam llevan generalmente como distintivo el nombre de la población donde fueron hallados: Maní, Chumayel, Tizimín, Ixil, Kaua, etc. Contienen una miscelánea de tratados de la cultura maya en general y de la lengua en particular” (1980, 74).
Para Antonio Mediz Bolio, autor de la primera versión castellana completa del Chilam Balam de Chumayel (1930), “sin duda alguna, los textos del Chumayel, más o menos adulterados, provienen directamente de antiguos cantos o relaciones poemáticas que de padres a hijos fueron bajando, repetidos de memoria, hasta los días de dominación española, al principio de la cual algunos de los indios (probablemente sacerdotes) que aprendieron a escribir con los caracteres europeos consignaron sigilosamente por escrito tales relaciones con el objeto que no se perdieran en definitiva” (1930, 8). La literatura maya colonial, al estar escrita en lengua maya, no podía tener como objetivo informar a la Corona española, al Gobernador o al Obispo –a los extranjeros-, sino que tenía exclusivamente un uso y un valor cultural para la propia comunidad maya; ésta era la única destinataria de las crónicas, del calendario, de las adivinanzas, de los rituales, de la poesía, ... de todos estos textos escritos con el alfabeto latino.
Son pues los libros de Chilam Balam aquellos documentos escritos en lengua maya durante la Colonia en distintas poblaciones de la Península de Yucatán y cuyo contenido tiene como fuentes de origen los antiguos textos jeroglíficos, algunas obras impresas europeas (por ej., almanaques, catecismos) y la tradición oral. Su nombre, en ello coinciden varios autores, proviene del linaje Balam, cuyo significado figurado es “jaguar o brujo”, y de Chilam (o chilan), “el que está acostado”, el que es boca o intérprete”. Parece que la expresión Chilam Balam fue apuntada por el yucateco Juan Pío Pérez, en el siglo XIX (1866-1877), y difundida por Daniel G. Brinton, quien publicara, en 1882, el primer ensayo sobre estos textos; más tarde Alfred Tozzer, en su Maya Grammar (1921), y Alfredo Barrera Vásquez (1948), consolidaron su uso y difusión.
Hay un texto –llamémosle así- maya colonial, de apenas una docena de páginas que fue registrado en el Chilam Balam de Chumayel y en el Chilam Balam de Tusik, durante el siglo XVII. No puede hablarse de él como de un capítulo de estos libros en cuestión, pues aunque en la edición de Antonio Mediz Bolio aparece con el título de “Libro de las Pruebas-Lenguaje de figuras” y en la de Ralph Roys con el de “El interrogatorio a los jefes”, y que Alfredo Barrera Vásquez optó por llamarle “El lenguaje de Zuyua y su significado”, y Munro S. Edmonson se limitó a “El lenguaje de Zuyua”, debió de carecer de cualquier encabezado en el manuscrito. Además, los libros de Chilam Balam son documentos abiertos en su composición literaria e histórica, que si bien recogen la transcripción de antiguos textos jeroglíficos y de la memoria colectiva, fueron incluyendo nuevas referencias culturales (por ej., de la religión católica) hasta el siglo XIX.
El Chilam Balam de Chumayel, originario de esta población yucateca, es un pequeño libro de 107 páginas fechado el 20 de enero de 1782 y en el cual aparece el nombre de don Juan José Hoil. El Chilam Balam de Tusik, de sólo 29 páginas, procede de Señor (Quintana Roo) y fue descubierto por Alfonso Villa Rojas en 1936 y, aunque fechado a principios del siglo XVII, la única copia manuscrita es de 1875; no ha sido editado, aunque parece ser que el antropólogo Jorge Cocom Pech tiene previsto un estudio y traducción. Este Chilam de Tusik, como el de Chumayel, “resultó contener una versión del antiguo interrogatorio a que se sometía periódicamente a los jefes y miembros de la nobleza para definir la calidad de su linaje” (Villa Rojas 1984, 2). Alfonso Villa Rojas, primer antropólogo en México que realizó un trabajo de campo prolongado (años 30) conociendo la lengua de la zona, observó que: “Como auxiliares de los jefes en los actos de Consejo tribal figuran dos personajes de carácter religioso nombrados ‘secretarios’ o ‘escribas’; ellos son los únicos de todo el grupo que saben leer y escribir en su propia lengua. A más de otros deberes, estos personajes tienen los de entenderse con la correspondencia oficial y custodiar los ‘libros sagrados’ (catecismos, biblias, almanaques, etc.). En poder de uno de estos ‘escribas’ encontré, entre otros papeles de escaso interés, un manuscrito maya redactado en 1628 y que corresponde con bastante aproximación, a una parte del códice postcortesiano llamado Chilam Balam de Chumayel” (1977, 38-39).
Antes de analizar el tipo de discurso y qué estilo caracterizan al llamado “lenguaje de Zuyua”, debe advertirse que desde que Daniel G. Brinton publicó, en 1882, sus Maya Chronicles, ha existido una tendencia a identificar el término Zuyua preferentemente dentro de una perspectiva toponímica y con un carácter mítico-real. Roys (1933), por ejemplo, señala que “Zuyua is Nahuatl, a mythical place-name associated with the ‘Seven Caves’ believed to be the origin of the Nahuas” (88) , para añadir que “The name Zuyua is inseparably connected with the Toltec penetration of Yucatan, which left a number of Nahuatl words in the Maya languaje” (192); Stross (1983) considera, además, la hipótesis lingüística de origen mixe zoque. También Edmonson (1986) apunta que Zuyua (Nah. ‘bloody water’) is a another name for Tula. It is used here to draw the mantle of the Toltecs over the ritual language of the Mayan examination system” (168); este autor presenta un mapa dónde Zuyua queda situado en la “provincia” de Cehpech, cuya capital es la ciudad de Motul. Más recientemente, Charlotte Arnauld insiste, en su ‘mithistoria’ de la migración tolteca, en que “Zuyua es una referencia mexicana” y dice: “Al referirse a ‘Tulan Zuyua’, los Mayas de Guatemala reproducen el modelo usado por los linajes nobles de la Península de Yucatán para sentar su propia legitimidad política: Zuyua era un legendario lugar nahuatl (o la ciudad de Xicalanco), símbolo de origen mexicano y sólo los nobles de tal origen tenían los conocimientos esotéricos requeridos para gobernar, es decir, ‘el lenguaje de Zuyua’. Más bien que a cualquier acontecimiento migratorio o de conquista el patrón mítico presente en todos los textos se refiere a un legitimidad política, reivindicada tanto por los nobles de Guatemala como por los de Yucatán” (1966, 248).
La mención de lugares míticos como Nonoual, Zuiua, Nacxit y Tulapan –de etimología incierta cuando no desconocida (Robelo 1951)- relacionados con la supuesta penetración tolteca en Yucatán, o la identificación de estos sitios con el área de la Península de Yucatán, o más concretamente con poblaciones de estratégica posición geopolítica como Xicalango, continúa generando opiniones del tipo: “Es bien sabido que los Canules no eran mayas yucatecos puesto que ellos mismos declaraban que provenían del occidente de los de Zuyua’” ) Okoshi Harada 1992, 158). Evidentemente, por los datos históricos y culturales que aparecen en obras como la Relación de las cosas de Yucatán (1566) de fray Diego de Landa, es fácil observar que las influencias lingüísticas del náhuatl del altiplano mexicano sobre el maya-yukateko resultaban, en los siglos XV y XVI irrelevantes; no en vano los primeros intérpretes mayas de los españoles afirman desconocer la lengua náhuatl y es sólo cuando los conquistadores llegan a Tabasco que logran encontrar personas (por ej., la Malinche) conocedoras de ambas lenguas o de lenguas pertenecientes a la familia lingüística náhuatl, en su variante náhuat del sur, o a la familia maya con el chontal (yoko t’an) de Tabasco; no olvidemos, tampoco, que otra variante de esta lengua, conocida con el nombre de Acalan-Tixchel, desapareció en el siglo XVII pero nos legó los documentos históricos Papeles de Paxbolon-Alvarado. Mediz Bolio (1930), por su parte, se limita a decir que Suyuá o Suhuyuáh es la “misteriosa ciudad de donde proceden los pobladores que en la segunda época de la civilización maya llegan a la península” (40).
Analizar a través de la lingüística histórica los contactos de lenguas (coloniales y modernos) en la actual área de la Laguna de Términos (Edo. de Campeche) podría resolver algunas imprecisiones culturales; algo de ello se ha avanzado con los trabajos del lingüista Otto Schumann. No olvidemos, además, que la toponimia y los patronímicos del área peninsular han conservado, en un tanto por ciento elevadísimo, sus raíces mayas. Esta visión toponímica del término Zuyua, expresada en contextos como “esta otra tribu salió de la entrada de Zuyuah, al poniente”, está también presente en algunos textos proféticos de los libros de Chilam Balam; Barrera –Vásquez (1978) nos da en su traducción varios ejemplos:
-Cuatro katunes estuvieron os Tutul Xiu (10.2.0.0.0 - 10.5.0.0.0:3 Ahau – 10 Ahua: 849-928) al poniente de Zuyua . (35)
-Termina el 5 Ahua para que se asiente el 3 Ahua Katun. Durante su reinado se cumplirá su palabra. Aquí está lo que manifiesta: Zuyua es el asiento del Katun 3 Ahau, allí hablará y obrará cuando sea tiempo el reinado del 3 Ahau lo que ocurrirá lo dice. Zuyua es el asiento del reinado. (54-55)
-(5 Ahua) Por el gran tributo de Zuyua los Jaguares y los Osos Meleros, Cabcoh, se desgarrarán las espaldas mutuamente devorando el tiempo del Katun deseosos de poder. (74)
-El 13 Ahau cae con su carga en Emal, La-Bajada, Holtun Zuyua, Cavernas-de-Zuyua... (86)
Pero el propio Barrera Vásquez, que no dudó en titular esta parte del Chilam Balam de Chumayel como “El lenguaje de Zuyua y su significado”, consideraba que en “El lenguaje de Zuyua o de acertijos usados en la iniciación de los jefes, predomina la metáfora, cuyos elementos y figuras participan, en pleno siglo XVII que es cuando se registraron, de las dos culturas que hay en lo yucateco colonial” (1980-1981, 159). El texto, en versión castellana de Barrera Vásquez (1978), empieza de la siguiente forma:
El lenguaje de Zuyua y su significado. Para nuestro señor capitán Mariscal establecido en Tzucuaxim al oriente de Ichcaansihó, Faz-del-nacimiento-del-cielo. Allí tiene su tierra, allí tiene sus huertos y su solar en donde él reside hasta que llegue el día en que finalice su empleo. También se pone cómo dan el poder los Halach Uiniques, Jefes de gran poder, de gran vestido también.
Hoy día cuatro del mes de septiembre del año de 1628 hemos compuesto lo que aquí está escrito en lengua maya para que cualquiera que viese este papel escrito sepa entender lo que es la palabra de Zuyua, la que usan los Batabes, Los-del-hacha de los pueblos, con los hombres que son alcaldes y regidores.
Este era el lenguaje que solicitaban los Halach Uiniques, jefes de los pueblos, al llegar al término del poder del 3 Ahau Katun cuando se asienta el otro, el 1 Ahau Katun. Era lo que había dentro de otro katun, así se decía.
[...]
Estos son los acertijos y adivinanzas que tenía el katun que hoy termina y llega hoy el tiempo en que sean interrogados con acertijos los Batabes, Los-del-hacha de los poblados, para ver si saben cómo es que merecen el Señorío, si es que lo saben por generación, si es cierto que lo saben y comprenden los Batabes, Los-del-hacha y Halach Uiniques, Jefes, como jefes que son. Si es cierto que descienden los Batabes, Los-del-hacha, de Ahaues, Señores Príncipes, de Halach uiniques, Jefes, realmente, han de demostrarlo. (131-32)
Y además se señala:
Los batabes, Los-del-hacha, que no cumplan el contenido de estas palabras, que no sean por ellos comprendidas ante los Halach Uiniques, jefes, que son los que tienen la mayor importancia entre los naturales, serán aprehendidos, y tristeza y espanto caerá sobre sus casas, y tristeza y dolor llorará el pueblo en el centro de los poblados, y en las casas de los nobles entrará la muerte, no quedando ninguno vivo.
[...]
Cuando termine el poder del 3 Ahau Katun se aprehenderán los Batabes, Los-del-hacha, de los pueblos, que carezcan de entendimiento, por eso se les aprehende, ésta es la memoria de por qué se es aprehende; porque no dieron de comer a los Halach Uiniques cuando estos les pidieron su comida con acertijos; por eso les son arrancados y por eso les son cortadas las puntas de las lenguas y por eso les son arrancados los ojos en el tiempo en que termina el poder del katun.
Esta es la cosa más importante que asiento: Cómo los nobles que descienden de Batabes, Los-del-hacha, saben cómo llega su linaje a la realeza y al gobierno y se regocijan de su juicio y prudencia y se sujetan respetuosamente a los grandes Halach Uiniques, quienes les entregarán la Estera y el Trono ... (134-36)
Y concluye el texto:
Gran pueblo de Santa Cruz, julio 10 de 1875, el año en que terminé de hacer la copia de este lenguaje maya para que pudiera ser comprendido –Marcos Balam (rúbrica). (143)
De la larga serie de preguntas (k’atabak), calificadas como “acertijos y adivinanzas”, también reproducimos algunos ejemplos:
-Este es el primer acertijo que se les hace: “Se les pedirá la comida. ‘Traedme el Sol’, dirá el Halach Uinic, jefe a los Batabes, Los-del-hacha. ‘Traedme el Sol, hijos míos, para tenerlo en mi plato. Hincada ha de tener la lanza de la alta cruz en el centro de su corazón en donde tiene asentado a Yax Bolon, Jaguar-verde, bebiendo sangre. Esto es habla de Zuyua”. Esto es lo que se les pide: el Sol es un gran huevo frito y la lanza con la alta cruz hincada en su corazón a que se refiere, es la bendición, y el jaguar verde sentado encima bebiendo sangre, es el chile verde cuando comienza a ponerse colorado. Así es el habla de Zuyua.
-El segundo acertijo que se les hace es que vayan en busca de los sesos del cielo para que el Halach Uinic, los vea y sepa de que tamaño son. “Tengo deseos de verlos, debo mirarlos”, les dice. Los sesos del cielo son el copal, así es el habla de Zuyua. (132)
-El séptimo acertijo que se les hace es decirles: “Id a reunir para mí las tapas del fondo de los cenotes, que dos sean blancas y dos amarillas, tengo deseos de comerlas”. Las tapas del cenote que se les pide son jícamas, dos jícamas blancas y dos jícamas amarillas; esto, en Zuyua se entiende. (134)
-“Hijo mío, tráeme cuatro Chac Dzidzib, Pájaros-cardenales, aquellos que están a la entrada de la cueva, y tráelos parados sobre mi precioso alimento. Que les vea enrojecidos sus copetes y que vengan erguidos sobre mi precioso alimento cuando llegues ante mí”. “Así ha de ser, ¡oh padre! Estos que pide es el Ciui, Achiote-en pasta; los copetes de que habla es la espuma del chocolate, y su precioso desayuno es el cacao acabado de moler. Habla es de Zuyua”. (139)
-Hijo mío, tráeme los huesos de tu padre, aquellos que enterraste hace tres años; tengo muchos deseos de mirarlos”. (140)
-“Así ha de ser, ¡oh padre! ‘Lo que se pide es la yuca cocida bajo tierra para comida del Halach Uinic, Jefe. Habla es de Zuyua’”. (140)
-Hijo mío, tráeme la claridad que alumbra el Petén, País llano, tengo deseos de comerla”. “Así ha de ser, ¡oh padre!. Lo que se pide es la miel líquida. Habla de Zuyua”. (141)
La existencia en los Chilames de un lenguaje esotérico puede deberse a dos factores: por una parte, al probable esoterismo propio de la antigua literatura y, por otra parte, a la necesidad cultural, dadas las circunstancias de la ocupación española, de preservar la historia y la mitología mayas de una forma segura e impenetrable, sobre todo para el extranjero. En relación a esto, el doctor Arzápalo, investigador que nos ha dado las brillantes ediciones del Ritual de los Bacabes (1987) y del Calepino de Motul (1995), prevé que “al tratar de hallar las equivalencias orales de los elementos gráficos de los códices jeroglíficos en una lengua dada, asumiremos que se está efectuando un tipo de traducción. Para realizar dicha traducción se ha partido de la base de que los grafemas tienen sus contrapartes morfémicas o lexémicas en una lengua esotérica. Esta lengua muy bien podría ser el mencionado lenguaje de Zuyua de que nos hablan los libros de Chilam Balam” (Arzápalo 1968, 285).
Este autor considera –al hablar del Ritual de los Bacabes (s. XVI)- que “la construcción literaria se apega a las reglas rítmicas y estilísticas pero se desvía de las reglas sintácticas de la norma lingüística y, por tanto, “una manera sensata de referirnos a la literatura colonial como la manifestación más genuina del arte oral y escrito de los mayas habrá de hacerse indicando la caracterización de este arte a través de sus técnicas de codificación fonológica, sus metaplasmas y metataxas” (Arzápalo 1994, 131); además, “La sinécdoque, el pleonasmo, la antítesis, y la paradoja presuponen una íntima familiaridad con la lengua y la cultura para poder ser establecidos como tales. Y todo ello, es de considerarse como premisa básica para el adecuado manejo del código utilizado en la literatura prehispánica, plasmada en esa hierática, majestuosa y en gran parte, aún enigmática escritura de los mayas” (Arzápalo 1994, 132). Leemos, precisamente, en el Ritual de los Bacabes:
U lubul tan
Suyua in thanab
Naa Kukulcan (Arzápalo 1987, 413).
(Van cayendo mis palabras
en lenguaje de Zuya
hasta la morada de Kukulkan)
El Diccionario Maya Cordemex (1980) registra las formas Suyuá t’an con el significado de lenguaje figurado y Suyuá como barullo y confusión, pero éstas provienen de una fuente del siglo XX, el Diccionario Español-Maya, del doctor Ermilo Solís Alcalá (1950); lo cierto es que el término Zuyua –como tal- no figura en los diccionarios mayas coloniales. Aunque Mediz Bolio asegura que: “‘Lenguaje de Suhuyuáh’ llamaban al lenguaje en alegorías o símbolos, lenguaje ‘figurado’ dice el diccionario de Pérez. Con muy poco y ligero examen se advierte que estas diversas series de preguntas y respuestas, -que al conocerse estos manuscritos, hace cerca de un siglo, se tomaban como simples adivinanzas o candorosos juegos de ingenio-, no son sino mistificados recuerdos de cierta especie de pruebas iniciáticas de la antigüedad indígena. Están llenas de imágenes, casi en su totalidad tomadas de la naturaleza, que aunque a primera vista y bajo la mentalidad blanca, resulten inocentes y hasta vulgares, tienen una significación interior profunda y seria, y un penetrante sentido” (1930, 40). Debe advertirse que el carácter monosilábico de los morfemas mayas ha sido, en ocasiones, soslayado en las transcripciones paleográficas dando lugar a interpretaciones equivocadas con significados erróneos o, de plano, no traducidos (por ej., Zuyua). En el texto referente al “lenguaje de Zuyua” aparece reiteradamente expresiones semejantes para cerrar el discurso narrativo del interrogatorio o de las formas de adivinación (pregunta/respuesta): Zuyua (u) than lae; Zuyua Than; Kii u than; Zuy wa than; Zuyua thanil bin katabal tulacal; Zuy wah;...
Respecto al término than, cuyo significado de “palabra”, “voz”, “habla”, es sobradamente reconocido, el Calepino de Motul recoge la variante than con el significado de “fuerza”, “poder”, “duración”. En Zuyua aparecen ya varias interpretaciones a partir de su descomposición en los morfemas Zuy y ua: existe un wa como partícula interrogativa y un uah (o wah) que significa pan-alimento pero que, probablemente, funcione –así lo considera Arzápalo- como metáfora de “vida” a partir de una morfosintaxis implícita que tiene como objeto oscurecer la interpretación. Y, ¿Zuy? Una traducción nos lleva a “virgen, pura-pureza, intacta” si planteamos la contracción de la forma zuhuy; pero también súuy (y zuu) se usa para referirse a los remolinos que aparecen en el cabello, a la selva o monte con maleza, tupidos, y a las cosas juntas, apretadas y revueltas. Sería quizás este último significado el que podría aplicarse a la interpretación “el lenguaje de Zuyua” para hacer referencia a un lenguaje ritual, complejo, esotérico, propio de las jerarquías sociales y religiosas en cualquier cultura. (Por ej., baste recordar el código tradicional de la confesión entre los católicos, y muchas de las fórmulas que los frailes usaban en la evangelización, como “viña del señor” o “rebaño de ovejas” y que, para los mayas que habitan la Península de Yucatán, resultaban incomprensibles pues los referentes –viña, ovejas, etc-. eran ajenos al medio natural conocido).
También sería necesario cotejar el texto del “lenguaje de Zuyua” con otro que aparece más adelante en el Chilam Balam de Chumayel, que Mediz Bolio denominó “El libro de los enigmas”, Roys “Capítulo de las preguntas y de las respuestas” y Edmonson “Adivinanzas-preguntas adicionales”, y en donde el principal sujeto de la escritura parecería ser el Mehen (hijo); en este texto, con préstamos léxicos el castellano (Espíritu Santo, Rey, camisa, casamiento, ...), aunque no localizamos el término Zuyua, sí nos encontramos con la variante zuytune y zuytunil, que en el Calepino de Motul se registra como zuytun, con el significado “peña viva”. Se trata, nuevamente, de un recursos metafórico para designar el hermetismo de la escritura jeroglífica, transcrito este lenguaje esotérico, ahora, con el alfabeto latino? Zuyua(h) podría ser entonces el pan de maíz-vivo, y nos remitiría a algo así como a un ceremonia en donde se “comulga”.
Finalmente, en el Vocabulario de Mayathan por su abecedario (s. XVII; 1978) encontramos la forma Zu(y)ah con el significado de “ofrecer o presentar poniendo delante” y es evidente que en las “ceremonias de interrogatorios”, el jefe, cacique o sacerdote, solicitaba presentes-ofrendas, y el súbdito o candidato a un cargo debía buscarlos y ofrecerlos; recordemos que “les pidieron su comida con acertijos”. En el Calepino de Motul, el diccionario maya-español más extenso del siglo XVI, atribuido a fray Antonio de Ciudad Real (1551-1617), además de las referencias a Zuhuy cab (miel virgen), Zuhuy kaax (tierra o monte que nunca fue labrado), Zuhuy Kin (el medio día en punto), o Zuhuy luum (tierra virgen), hallamos las formas zuuyultaa (enojarse o indignarse), Zuy ool (provocar a ira e indignar y Zuytaa, con el ejemplo Tin zuyah u taa in yum (Indigné a mi padre).
Palabras vírgenes o francas, palabras complejas o arremolinadas, palabras figuradas, palabras de indignación o de poder, palabras vivas o para comulgar, o palabras ceremoniales para las ofrendas; alguno de estos significados –u otros- pueden definir eso que se ha dado en llamar lenguaje de Zuyua y que, a la vez, los puede contener a todos. Zuyua, pues, no es tanto una lengua que proceda de un determinado lugar mítico o histórico, ni quizás un sociolecto (sacerdotal), sino más bien un tipo de lenguaje ritual puro en su forma (grabado en las estelas y en la memoria), y complejo en su significado al ser propio de los círculos de poder quienes pudieron usarlo en distintas ceremonias; pero Zuyua quizás sea, solamente, una fórmula de cierre narrativo.
Munro S. Edmonson refiere que “The examination ceremony was always axxompanied by a feast. Itza or Xiu, every aspirant to nobility had to know the right answers, whatever scandal may have surrounded his birth. The ritual riddles largely concern the feast –and one may well imagine that it was usually memorable, even apart from the spice added by the examination, which must in any case have been largely pro forma” (1986,26), y concluye que “A Mayan priest aspiring to high office was supposed to be noble on both side of his family and also well educated, particulary in genealogy and religion. The riddles of Zuyua were a ritua test of this. Presumably they were not taught to the plebs, or ‘younger brothers’, as the Maya would put it. They wwere a standard part of the ceremonies inaugurating a Katun. The riddles of this and the following chapter have been numbered in the translation for easy reference. There are 77” (1986, 168). Probablemente no se trate de un solo interrogatorio a los jefes ya que Barrera Vásquez divide el texto de “El lenguaje de Zuyua y su significado” en Parte I y Parte II. En la primera los sujetos de la escritura son los Halach Uiniques (Jefes) y los Batabes (Los-del-hacha; caciques) y ello marcaría unos rasgos políticos-militares: “Así es cómo será fundado otra vez el linaje de los hombres mayas, aquí en la tierra de Yucatán”, traduce Mediz Bolio (1930, 44).
En la segunda parte si bien aparecen también como jefes los Halach Uiniques, Ah Tepal (El-poderoso), y Balam (brujo), predominan como sujetos de la escritura el Mehen (hijo de hombre, pequeño) y el Yume (padre, señor, amo) que son traducidos reiteradamente como “Hijo mío, tráeme ...” y “Así ha de ser, ¡oh padre!”. ¿Se trata de una ceremonia del nivel social familiar o bien existe una ceremonia del nivel social familiar o bien existe una influencia de la doctrina cristiana –aceptada y adoptada- en donde el Padre y el Hijo serían figuras principales? Esta segunda parte del interrogatorio tendría, entonces, un carácter religioso.
El propio texto del lenguaje de Zuyua señala –acabamos de mencionarlo- que a través del interrogatorio se “establecían en sus puestos a los descendientes de los linajes reales de los hombres mayas, aquí en esta tierra de Yucatán”, pero, sigue la traducción de Barrera Vásquez, “El Señor que viene a nuestro gobierno, a nuestro poder y que es auténtico Señor, inquirirá por Ku, deidad nuestra, y por nuestras piedras labradas Tunes y por nuestras piedras preciosas Kanes y por el árbol que da el vino Balché, y aquel que no lo hiciere será muerto y aquel que lo hiciere y nos respete tendrá a Dios con él. No quiere Dios que todo lo que aquí esta pintado acontezca” (1978, 135).
Considerando todos estos datos léxico-semánticos se podrían proponer las siguientes interpretaciones: (a) para el encabezamiento “Zuyua (a) than y naat utial ca yum Sr. Governador ...”, la traducción “Los textos ceremoniales para que los entienda el señor gobernador...” (¿Don Carlos de Luna y Arellano, 1604-1612?); (b) para las formas katabac, katabal, y otras parecidas, todas ellas provenientes del verbo k’áat “preguntar”, y que han sido traducidas como “acertijo y adivinanza” o “riddle”, podría aceptarse simplemente “preguntas (y respuestas)”; y (c) para las fórmulas de cierres narrativo, de cada adivinanza, siempre traducidas como “Esto es habla de Zuyua” o “Esto es en lenguaje figurado”, propondría, si consideramos la solución de comida-vida (comulgar), algo así como “¡Te (os) lo ofrezco!”.
Los autores de estos textos coloniales no eran traductores ya que siguieron expresándose en lengua maya; el cambio radica esencialmente en la forma escrita que pasó de la escritura jeroglífica a la grafía latina. El autor
–múltiple- era una especie de “transcriptor o transescritor”; más que un dzib (escritor) era un xcriba encargado de preservar y transmitir, una y otra vez, -en base a una filosofía cíclica de la vida-, la historia, los conocimientos, y las creencias del pasado de su pueblo, adicionándoles a estos algunos datos nuevos (por ej., Conquista española). Alfredo Barrera Vásquez al referirse a las crónicas también incluidas en los Chilames –dice que el “estilo es sin duda el de una transliteración de hechos y números sacados de un libro jeroglífico, hasta cierto punto monótona, pero de alto valor histórico” (1980-1981, 160), y en este sentido, el texto correspondiente al llamado “lenguaje de Zuyua” muestra igualmente el estilo de un doble transliteración, aquella “grabada” en las estelas y en los códices antiguos y la proveniente de la tradición oral, de la memoria colectiva de los sabios y sacerdotes; ambas enseñanzas aprehendidas celosamente a través de los siglos tienen el objetivo de la permanencia etnocultural. Allan F. Burns(1983), en un estudio sobre la literatura oral del maya-yukateko, dedica un apartado a los juegos de palabras (baaxal thaan), las adivinanzas y otras formas breves del arte verbal, frecuentes en las conversaciones; localiza adivinanzas en los velorios/funerales y otras ocasiones rituales, y señala como éstas “alcanzan el corazón del uso referencial cotidiano del lenguaje y hacen que nadie ponga en duda la seguridad del significado normalmente dado a las palabras” (227).
También resulta sumamente ilustrador ver, en estos documentos coloniales, la estructura de las formas de adivinación que aparecen en la parte del “lenguaje de Zuyua”, pues la combinación dibujo/texto escrito nos remite a algo así como a los modernos jeroglíficos de las revistas de entretenimiento. Los mayas sufren “cambios y recambios” en su cultura a lo largo de la historia, y llegan a aceptar el uso del alfabeto latino a fin de conservar sus tradiciones en el caso del lenguaje de Zuyua a través de unos autores múltiples y de unas palabras cíclicas, haciendo uso de un diálogo intertextual (pregunta/respuesta) y de unos sujetos “comunitarios”, para registrarse, finalmente, en los popol huunoob, libros sagrados o de la “comunidad”.
Era muy difícil que los mayas coloniales pudieran seguir escribiendo con signos jeroglíficos y confeccionando libros en forma de códices, pues estas artes –igual de visibles que las representaciones escénicas- eran para los conquistadores “cosas del demonio”; en cambio, el uso del alfabeto latino en libros de formato europeo no entrañaba riesgos pues eran iguales a los que manejaban los frailes evangelizadores. En este punto quisiera remarcar que si bien los mayas cambiaron sus signos de escritura, los textos coloniales reflejan un estilo jeroglífico en el sentido de esculpido, grabado, dibujado (póol, polah, polob). Este estilo literario maya llegará a influir a los frailes evangelizadores que decidieron escribir catecismos, artes y vocabularios en lengua maya, pues alguno de ellos no usó en sus informes, como observa Mario H. Ruz (1989), las formas latinas fecit o scripsit para definir su arduo trabajo sino la voz exartar (ex:levantar laro:arado), es decir, labrar. Y todavía, el año 1983, Juan G. Dzib “Uxul”, al contarme la leyenda Ahau Tzek yete Uichilipochtil (El rey Tzek y Huitzilopochtli), se refirió a que “cada than tu mentee tac tunich”, es decir, a que “todas sus palabras quedan grabadas (hechas hasta) en la piedra” (ver Ligorred 1990).
Si a esto le añadimos que el “descubrimiento” de los libros de Chilam Balam y otros documentos coloniales apenas se dio en el siglo XIX y a partir de ahí, hasta la fecha, se han hecho las diversas traducciones y versiones al francés, al inglés o al castellano, es de suponer que a lo largo de la Colonia los textos mayas fueron de exclusivo uso de los sacerdotes y sabios que los tenían resguardados en sus poblaciones, siendo su contenido desconocido por todos aquellos no hablantes de maya. La resistencia literaria maya-yukateka colonial fue, entonces, altamente estratégica y segura pues era no sólo resguardada en la memoria popular-colectiva sino en los textos escritos, de difícil acceso para los extranjeros y en cualquier caso, impenetrables a su lectura. John Stephens en su Viaje a Yucatán (1843) lamenta su desconocimiento de la lengua maya pues en alguna ocasión fue objeto de burla por este hecho; pero, además, en Maní, intenta infructuosamente leer un volumen de antigua y venerable apariencia pero que “desgraciadamente estaba escrito en lengua maya”.
El estudio de la historia, de la literatura y de la lengua de los maya-yukatekos coloniales avanza, con más decisión y verdad, en nuestros días con obras como Los pies de la República. Los mayas peninsulares, 1550-1750, de Sergio Quezada (1997) o los ya mencionados trabajos filológicos de Ramón Arzápalo. Queda todavía mucho por hacer, pues la mayoría de los documentos lingüísticos coloniales (Artes, Vocabularios...) y los Chilames, alejados de sus lugares de origen –están en Europa, en Estados Unidos- y de sus legítimos herederos, los mayas actuales, no han sido, en general, analizados con rigor y directamente de sus formas originales en lengua maya; además, el espíritu y la acción coloniales (ni siquiera puede hablarse de neocoloniales) siguen permeando los ambientes socioeconómicos y académicos de la sociedad yucateca peninsular (no maya), siempre reacia a aceptar que la tradición cultural maya transcurre, cíclicamente y con resistencia, desde la antigüedad, pasando por la Colonia y hasta nuestros días.
La opinión de Mario H. Ruz, al hablar del pasado colonial de Chiapas, resulta ilustrativa: “A pesar del vacío histórico y como si la inmutabilidad fuera otro privilegio del buen salvaje, bastante común es que se nos hable del indígena prehispánico y del contemporáneo como representantes en continuum de un mismo ser, una idéntica esencia. Dos realidades que se transmiten fuegos ‘civilizadores’ y gérmenes de nacionalismo, entrelazando las manos sobre una brecha cronológica de casi 400 años. Salvamos así un oscuro medioevo maya. El indígena precolombino vive a través de sus cantares y sus pirámides. Al actual se le reduce a leyendas y carnavales, pero el que existió bajo la Corona española –permitiendo que sobreviviera el prehispánico y naciera el contemporáneo- es voz opaca y archivada. Si como reza un revelador adagio: ‘el mejor indio es el indio muerto’, el colonial debería ser canonizado” (1989, 295).
Y es así como la tradición literaria maya colonial queda enmarcada en una larga historia de resistencia lingüística y literaria, aquella cuyos antiguos signos jeroglíficos siguen resistiéndose al extranjero y la misma que hoy se descubre públicamente a través de la tradición oral pero también de la creación poética escrita; y son las voces de la escritura –u mayathanoob ti dzib-, como siempre, las que contribuyen a proteger y revitalizar el prestigio étnico del pueblo maya..
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