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GONZALO GUERRERO- Tomado de: IMAGINA65

28.08.2010 15:07

GONZALO GUERRERO

Tomado de "IMAGINA65 

  

 

Sábado 12 de junio de 2010

La zona Histórica: Gonzalo Guerrero, el jefe Maya.

 

Gonzalo Guerrero (Palos de la Frontera, (Huelva, Andalucía, España); ¿? Alrededor de 1470 - Puerto de Caballos (Honduras), 13 de agosto de 1536) fue un marino español y uno de los primeros europeos en asentarse en el seno de una cultura indígena.
 

Muere luchando contra los conquistadores españoles al mando de Pedro de Alvarado.

Personaje controvertido porque se aculturó y llegó a ser un jefe maya, especialmente belicoso contra los conquistadores, por lo que fue conocido como El Renegado por sus compatriotas españoles, mientras en México le denominan como Padre del Mestizaje.

También se le llamó Gonzalo Marinero, Gonzalo de Aroca y Gonzalo de Aroza.

Su juventud.

Muy poco se sabe de su infancia, salvo que nació en Palos en la octava década del siglo XV, es decir, era un poco más joven que Vicente Yáñez Pinzón cuando éste fue como capitán de la carabela Niña en la expedición colombina, por lo que su juventud estaría plena de las muchas historias y aventuras que circulaban en el Puerto Palermo sobre las nuevas tierras y mares recién hallados.

Sin embargo, su destino, en principio, no parecía encaminarle en esa dirección, sino más bien en la contraria.

Fue más soldado que marino y aparece como arcabucero en la conquista de Granada, en una campaña que culmina el 2 de enero de 1492, cuando las tropas de los Reyes Católicos, comandadas por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, rinden al rey Boabdil de Granada y ponen fin a ocho siglos de poder islámico en la Península Ibérica, acontecimiento que fue muy celebrado por la cristiandad en toda Europa.

 

Como arcabucero siguió al Gran Capitán a Nápoles, donde España inicia su influencia en Europa y sus ejércitos van conformando las unidades que luego llegarían a ser los famosos tercios españoles, una experiencia que luego sería muy importante en la vida de Gonzalo Guerrero.

Probablemente, en alguna de sus estancias en Palos, debió convencerse de que tenía más posibilidades de hacer fortuna en tierras americanas que en las italianas, donde el esfuerzo de los soldados era cobrado por los señores de la tierra o sus capitanes, no por ellos.

El viaje a América.

En 1508, difuntos ya la reina Isabel y Cristóbal Colón, Fernando el CatólicoCapitulaciones de Santa Fe (17 de abril de 1492), pues su gobierno había generado muchas revueltas y enfrentamientos, y, al mismo tiempo, acelerar la exploración y conquista de Tierra Firme eludiendo el pretendido monopolio colombino e invitando a tal aventura a todo aquel que tuviera recursos o coraje para hacerlo, impaciente la Corona porque América, lejos de las promesas colombinas, no sólo no era una fuente de riquezas, sino una empresa que requería importantes gastos.

Fueron creadas dos nuevas gobernaciones en las tierras comprendidas entre el cabo de la Vela (Colombia) y el cabo Gracias a Dios, (en la frontera entre Honduras y Nicaragua).

Se fijó el golfo de Urabá como límite de ambas gobernaciones: Nueva Andalucía al este, gobernada por Alonso de Ojeda, y Veragua al oeste, gobernada por Diego de Nicuesa.

 

En 1510, o antes, Gonzalo Guerrero fue con Diego de Nicuesa a América, viéndose allí inmerso en las fratricidas luchas por el poder entre los capitanes españoles.

Ojeda y Nicuesa tramitaron cédulas de posesión de Tierra Firme, y, por perseguir la fortuna en el mismo negocio, eran rivales; se odiaban a muerte.

Se disputaban los límites de sus pretendidos feudos y, sobre todo, las fértiles tierras que rodeaban el Golfo de Urabá y, aunque ninguno de ellos tuviera asegurado su nombramiento, discutían sobre mapas sus arriesgados y ambiciosos proyectos.

Muchos de sus hombres pensaban que, cualquier día, uno de los dos amanecería muerto.

Mientras enviaban al rey cartas repletas de promesas de nuevas y ricas tierras, y de peticiones de nombramientos regios para gobernarlas, proseguían frenéticos sus exploraciones, ya que los indios morían en las plantaciones de caña, y había que sustituirlos por nuevos esclavos a los que cada vez había que capturar más lejos, pues los que conocían a los blancos huían al verlos llegar.

Fueron años de desorden, en los que una desmedida ambición provocó, en contra de las leyes españolas, crímenes y abusos contra los indígenas y demenciales luchas de todos contra todos.

En esta despiadada situación, pronto comenzó a destacar Vasco Núñez de Balboa, quien se embarcó en la expedición comandada por el bachiller y Alcalde Mayor de Nueva Andalucía Martín Fernández de Enciso que salió a socorrer al gobernador Alonso de Ojeda.

Ojeda junto con setenta hombres, había fundado el poblado de San Sebastián de Urabá en Nueva Andalucía, lugar donde después se levantaría la ciudad de Cartagena de Indias.

No obstante, la proximidad de numerosos indígenas belicosos que usaban armas venenosas, con las cuales hirieron en una pierna a Ojeda, decidió al gobernador a volver a La Española, dejando la ciudad a cargo de Francisco Pizarro, que en ese momento no era más que un valiente soldado en espera de que llegara la expedición de Enciso.


Vasco Núñez de Balboa, merced a su buena fortuna y a su temeraria decisión, logró encontrar el Mar del Sur.

Por fin se tenía constancia de que había otro océano tras de América y, por tanto, se podía volver a intentar la vieja idea de Cristóbal Colón de llegar a Oriente navegando hacia Occidente.

Núñez de Balboa funda Santa María de la Antigua del Darién, en septiembre de 1510, de la que se proclamó alcalde y repartió los cargos del cabildo entre sus hombres, entre ellos a su capitán Valdivia, al que hizo regidor.

Sólo necesitaba que las autoridades españolas legitimaran lo que había conseguido por la fuerza de las armas, para lo cual siempre ayudaba enviarles como regalo una muestra, lo más cuantiosa posible, de las riquezas de la zona que se proyectaba conquistar:

Vasco Núñez deliberó que tornase Valdivia para hacer saber al Almirante y jueces de las nuevas de la otra mar y riquezas della, que del hijo Comogre y de los demás habían sabido, y la grande esperanza que de ser ciertas tenían, pidiéndole que lo escribiesen al rey por que enviasen mil hombres para proseguir aquel camino...

Enviaron con el dicho Valdivia 300 marcos de oro, que son 15.000 castellanos o pesos de oro, para que enviasen al rey los oficiales de esta isla, que le habían cabido de su quinto.


Bartolomé de las Casas, Historia de la destrucción de las Indias, tomo II, capítulo 42, página 576.

Con Juan de Valdivia, capitán de Núñez de Balboa, enemigo de Nicuesa, va desde Darién a la isla Fernandina, Santo Domingo, como oficial a cargo de esclavos y tripulación de la nao Santa María de Barca, armada en Almería.

Pretende ver a
Diego de Almagro en La Española y presentarle recomendación de Nicuesa para ser oficial en el galeón San Pelayo de Antequera.


El naufragio.

Parten de Darién el 15 de agosto de 1511, con buen tiempo. Pero, al amanecer del tercer día de navegación, se desató una gran tormenta. Peces voladores saltaron a la cubierta de la nave, lo que fue considerado un mal presagio.

Vientos huracanados desgarraban velas y rompían mástiles, mientras olas gigantescas barrían la cubierta.

El barco era presa de los desquiciados elementos que lo arrastraban vertiginosamente por un océano despiadado.

De pronto, un choque brutal y la nave se estrella. Habían naufragado en los bajos de las Víboras o de los Alacranes, frente a la isla de Jamaica:

... (Y) atajó Dios los pasos a Valdivia, y a los demás dio a entender (...) las obras que hacía de ser dignas de todo fuego eterno, porque embarcando (...) se hundió con su oro y con sus nuevas en unos bajos (...) que se llaman las Víboras.

Bartolomé de las Casas, Descubrimiento del Mar Pacífico, (tomado de Clásicos Jackson, volumen XXVII, Historiadores de Indias), página 55

Sólo una veintena de personas, dieciocho hombres y dos damas, consiguen por el momento salvar sus vidas en un pequeño batel.

Sin agua ni alimentos. Agotados después de la terrible lucha contra la tormenta y el naufragio. El sol los martiriza. La sed es insoportable.

Saben que si beben el agua del mar morirán y los tiburones que rodean la embarcación, siguiéndoles como buitres, tendrán su festín.

Desesperados, beben sus propios orines y los ajenos. Cuando uno muere, sus compañeros de viaje, cual trágica y amarga comunión, beben su sangre y comen su carne.

De la veintena que subió al batel, únicamente llegan ocho a la costa de Yucatán.

Tienen un primer contacto con los Cocomes, que se mostraron bastante agresivos. Gerónimo de Aguilar, fue la principal fuente de esta historia, ya que fue el único superviviente junto a Gonzalo Guerrero, pero, a diferencia de éste, regresó y narró la aventura:

...(Aguilar) dixo que saltando de la barca los que quedaron vivos, toparon luego con indios, uno de los cuales con una macana hendió la cabeza a uno de los nuestros, cuyo nombre calló; y que yendo aturdido, apretándose con las dos manos la cabeza, se metió en una espesura do topó con una mujer, la cual, apretándole la cabeza, le dexó sano, con una señal tan honda que cabía la mano en ella.

Quedó como
tonto; nunca quiso estar en poblado, y de noche venía por la comida a las casas de los indios, los cuales no le hacían mal, porque tenían entendido que sus dioses le habían curado, paresciéndoles que herida tan espantosa no podía curarse sino por mano de alguno de sus dioses.

Holgábanse con él, porque era gracioso y sin perjuicio vivió en esta vida tres años hasta que murió.

Cervantes de Salazar, Francisco, Crónica de la Nueva España, libro I, Cap. XXII.

Ante los amenazadores gestos de los indios, el capitán Valdivia desenvainó su espada para defenderse e hirió a uno de ellos. Fue la señal que desató la violencia.

Los Cocomes sacrificaron a cuatro, entre ellos a Valdivia, y se los comieron. A los cuatro restantes los metieron en unas pequeñas jaulas, hechas con ramas y de forma cúbica, para engordarlos y degustarlos en otro próximo y macabro festín en su poblado.

Pero, afortunadamente, la certeza del cruel destino que les deparaban sus captores les dio fuerzas para escapar.

Convertido en esclavo.

Llegan a la tribu de los Tutul xiúes, enemiga de los Cocomes, en la Ciudad-Estado de Maní, a la que pertenecía Xaman Há, donde el cacique Taxmar los entrega como esclavos a Teohom, su sacerdote, quien, con duros trabajos y malos tratos, acaba con la vida de todos por extenuación, excepto con Gonzalo y Gerónimo.

Aguilar explica bien cuál era su trabajo, que debió ser, en principio, muy similar al de Gonzalo Guerrero:

...traer a cuestas la leña, agua y pescado, y estos trabajos sufríalos Aguilar con alegre rostro por asegurar la vida, que tan amada es. Naturalmente estaba tan subjecto y obedescía con tanta humildad, que no sólo con presteza hacía lo que su señor le mandaba, pero lo que cualquier indio por pequeño que fuese, tanto, que aunque estuviese comiendo, si le mandaban algo, dexaba de comer por hacer el mandado. ...y en cavar los maizales.

No obstante, pronto vemos como la actitud de los dos supervivientes se va diferenciando.

Gerónimo de Aguilar, deja entre líneas muy patente que, mientras Gonzalo Guerrero se iba aculturando, él se mantuvo fiel a su cultura y su religión, a veces con mucho sacrificio:

..Y porque es malo de conoscer el corazón del hombre y el cacique era sabio y deseaba ocupar a Aguilar, como después hizo, en cosas de mucho tomo, viendo que vivía tan castamente que aun los ojos no alzaba a las mujeres, procuró tentarle muchas veces, en especial una vez que le envió de noche a pescar a la mar, dándole por compañera una india muy hermosa, de edad de catorce años, la cual había sido industriada del señor para que provocase y atraxese a su amor a Aguilar; dióle una hamaca en que ambos durmiesen.

Llegados a la costa, esperando tiempo para entrar a pescar, que había de ser antes que amanesciese, colgando la hamaca de dos árboles, la india se echó en ella y llamó a Aguilar para que durmiesen juntos; él fue tan sufrido, modesto y templado, que haciendo cerca del agua lumbre, se acostó sobre el arena; la india unas veces lo llamaba, otras le decía que no era hombre, porque quería más estar al frío que abrazado y abrigado con ella; él, aunque estuvo vacilando, muchas veces, al cabo se determinó de vencer a su sensualidad y cumplir lo que a Dios había prometido, que era de no llegar a mujer infiel, por que le librase del captiverio en que estaba.


Muy probablemente, Gonzalo Guerrero no fue un esclavo tan dócil, por lo que recibiría muchos más golpes, ni tan casto como el fraile, de lo cual le sobrevendría finalmente el mal que Aguilar preveía, que el amor a una indígena, los hijos que ésta le diera y la creación, en definitiva, de una familia le apartaran de su cultura y de su religión.

En eso se diferencian ambos, mientras siguen pareciéndose en la realización de los más duros y penosos trabajos que, tanto el uno como el otro, pensaban que acabarían costándoles la vida.


Detalle del monumento al mestizaje. Gonzalo Guerrero dejando atrás su antigua identidad.

"Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos. Tienenme por cacique y capitán, cuando hay guerras, la cara tengo labrada, y horadadas las orejas.

¿Que dirán de mi esos españoles, si me ven ir de este modo?

Idos vos con la bendición de Dios, que ya veis que estos mis hijitos son bonitos, y dadme por vida vuestra de esas cuentas verdes que traeis, para darles, y diré, que mis hermanos me las envían de mi tierra."

 


Convertido en Jefe Maya.

Compadecido Taxmar de los duros trabajos que realizaban sus esclavos, y enterado que los dos únicos supervivientes estaban al borde de la muerte, los reclama.

También es verdad que han participado en algunos enfrentamientoscon los enemigos de la tribu, en los cuales han destacado por sus dotes para la astucia y la estrategia, prácticamente desconocida entre los indios, para quienes su peculiar guerra florida era casi un deporte, donde premiaban el juego limpio.

Así que, sobre todo, los quiere como consejeros de guerra. Gonzalo les enseña diferentes formas de ataque y defensa, diversas formaciones en cuadros y columnas, y también cómo no todos los combatientes tienen que pelear al mismo tiempo, sino relevándose las líneas para alternar combate y descanso, a fin de no agotarse antes que los enemigos.

Además, formó una rudimentaria y peculiar falange macedónica, suficiente para derrotar a los Cocomes, con lo que alcanzó un gran prestigio.

Como una de sus pertenencias más preciadas, Taxmar regala a Guerrero al sabio jefe Na Chan Can, cacique de los cheles en la ciudad de Ichpaatún, al Norte de la Bahía de Chetumal, quien, a su vez, lo regala a su Nacom (jefe de guerreros) Balam.

Parece que entre ambos soldados surgió un buen entendimiento y mutuo respeto. Balam cuidaba de no agotar ni humillar a Guerrero, hasta que un día, al atravesar un río, Balam fue atacado por un caimán y Gonzalo Guerrero, en vez de aprovechar la oportunidad para escapar, se revuelve y mata al caimán, salvando la vida de su amo, quien, agradecido, le otorga la libertad.

Como guerrero y hombre libre de su tribu, participa con gran éxito en varias expediciones guerreras.

Se acultura, se deja hacer las mutilaciones y tatuajes rituales que son propios a su rango. Sus victorias se suceden y asciende hasta Nacom al casarse con la princesa Zazil Há, también llamada Ix Chel Can, hija de Na Chan Can.

Consiente que a sus propios hijos les aplanen la frente con una tablilla, de la cual pendía una bolita que se colocaba entre los ojos de los niños para que los cruzaran y acabaran siendo bizcos, lo cual era un signo de belleza para los mayas.

También sufre los rituales de mutilación, por los cuales los guerreros demuestran su desprecio al dolor y la muerte.

Su aculturación e integración en el pueblo que lo había adoptado fue tan grande que, incluso, su primogénita, Ixmo, fue sacrificada en Chichén Itzá, para acabar con una plaga de langostas.

Monumento a Gonzalo Guerreo en Yucatán.
 

Cuando Hernán Cortés intentó rescatarlo.

En 1519, desembarca una expedición de Hernán Cortés en la Isla de Cozumel, quienes se enteraron que dos españoles vivían en esa ínsula y enviaron mensajeros para ofrecer rescatarlos.

Según narra Diego López de Cogolludo en su obra Historia de Yucatán:


Con el buen tratamiento del general Hernando Cortés, con no hacer los españoles daño alguno á los indios, se acabaron de asegurar todos los de la Isla, y traían buena provisión de bastimentos para el ejército. (...)

Desta familiar comunicación con los indios, dice el cronista Herrera, resultó que algunos dieron á entender que cerca de aquella Isla en Tierra firme de Yucatán, había hombres semejantes á los españoles con barbas, y que no eran naturales deste reino, con que tuvo ocasión Hernando Cortés de buscarlos.

En cambio, Bernal Díaz del Castillo asigna otra causa, y dice:

Que como hubiese oído el general a los soldados que vinieron con Francisco Hernández de Córdova, que los indios les decían Castilan, Castilan, señalando al oriente, que llamó al mismo Bernal Díaz y a un vizcaíno llamado Martín Ramos, y les preguntó, que si era como se decía; y respondiéndole que sí, dijo el general, que presumía haber españoles en Yucatán, y sería bueno hacer diligencia entre los indios.

Mandó el general llamar á los caciques, y por lengua del indio Melchor (que ya sabía algún poco de la castellana, y la de
Cozumel (Cuzamil) es la misma que la de Yucatán) se les preguntó si tenían noticia de ellos.

Todos en una conformidad respondieron, que habían conocido unos españoles en esta tierra, y daban señas dellos, diciendo que unos caciques los tenían por esclavos, y que los indios mercaderes de aquella Isla los habían hablado pocos días había, que estarían de distancia la tierra adentro, andadura y camino de dos soles.


Gonzalo Guerrero y su esposa la princesa maya Zazil Há

Las cartas de Hernán Cortés a los náufragos.

Grande fue el alegría de los españoles con esta nueva, y así les dijo el general a los caciques que con cartas, que les daría para ellos se los enviasen a buscar.

A los que señalaron los caciques para ir, halagó y dio unas camisas y cuentas, prometiendo darles más cuando volviesen.

Los caciques dijeron al general, enviase con los mensageros rescate para dar a los amos, cuyos esclavos eran, para que los dejasen venir, y así se les dio de todo género de cuentas y otras cosas, y se dispusieron los dos navíos menores con veinte ballesteros y escopeteros, por su capitán Diego de Ordaz.

Dióles orden el general que estuviesen en la costa de Punta de Cotóch (c'otoch) aguardando ocho días con el navío mayor, y que con el menor se le viniese a dar cuenta de lo que hacían.

Dispúsose todo, y la carta que el general Cortés dio á los indios, para que llevasen á los españoles, decía así:

"Señores y hermanos, aquí en Cozumél (Cuzamil) he sabido, que estáis en poder de un cacique detenidos.

Yo os pido por merced, que luego es vengáis aquí á Cozumél (Cuzamil), que para ello envío un navío con soldados, si los hubiéredes menester, y rescate para dar a esos indios con quien estáis, y lleva el navío de plaza ocho días para os aguardar.

Veníos con toda brevedad: de mí seréis bien mirados, y aprovechados. Yo quedo aquí en esta isla con quinientos soldados y once navíos.

En ellos voy mediante Dios la vía de un pueblo que se dice Tabasco ó Potonchán (Chakan Poton).

Fray Gerónimo de Aguilar y el encuentro con los suyos a su llegada a Cazumel.

Los indios que llevaron la carta del general Hernando Cortés, dentro de dos días la dieron á un español, que se llamaba Gerónimo de Aguilar.

Dicen algunos, que no se atrevieron á dársela á él, sino á su amo, y que receló mucho le quisiese dar licencia para irse, y que así con mucha humildad puso todo el negocio en la voluntad de su amo; medio con que hasta entónces se había conservado, y que con esto no solo le dio licencia, pero que hizo le acompañasen algunos indios, y le rogó solicitase para él la amistad de los de su nación, porque deseaba tenerla con hombres tan valerosos.

Pero Bernal Diaz afirma, que al Gerónimo de Aguilar se dio la carta y rescates, y que habiéndola leído se holgó mucho (bien se deja entender el grado en que seria) y que fue á su amo con ella, y los rescates para que le diese la licencia, la cual luego dio para que se fuese donde tuviese gusto. Gerónimo Aguilar habida licencia de su amo, fue en busca de otro compañero suyo llamado Gonzalo Guerrero. y le enseñó la carta, y dijo lo que pasaba.


Dice Bernal Díaz del Castillo en su crónica Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España que a fray Gerónimo de Aguilar le:

...respondió el Guerrero: "Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos. Tienenme por cacique y capitán, cuando hay guerras, la cara tengo labrada, y horadadas las orejas que dirán de mi esos españoles, si me ven ir de este modo?

Idos vos con Dios, que ya veis que estos mis hijitos son bonitos, y dadme por vida vuestra de esas cuentas verdes que traeis, para darles, y diré, que mis hermanos me las envían de mi tierra.


La mujer con quien el Guerrero estaba casado, que entendió la plática del Gerónimo de Aguilar, enojada con él dijo: Mirad con lo que viene este esclavo á llamar á mi marido, y que se fuese en mala hora, y no cuidase de más. Hizo de nuevo instancia Aguilar con el Guerrero, para que se fuese con él: diciéndole, que se acordase era cristiano y que por una india no perdiese el alma, que si por la mujer y hijos lo hacían que los llevase consigo, si tanto sentía el dejarlos.

No aprovechó tan santa amonestación, para que el Gonzalo Guerrero (que era marinero, y natural de Palos) fuese con Gerónimo de Aguilar, que viéndole resuelto en quedarse, se fue con los dos indios de Cozumél (Cuzamil) al parage, donde quedó el navío.


Aguilar aceptó, en tanto que Gonzalo Guerrero prefirió permanecer junto a los mayas. Andrés de Tapia fue el primer español que reconoció y abrazó en CozumelJerónimo de Aguilar, el náufrago de la flota de Nicuesa que habría de servir como intérprete de la lengua maya.

Cortés lo mandó junto con otros dos soldados a recibir unas canoas con indios. Pero uno de los que por su aspecto creían indios se identificó pronunciando con dificultades en castellano la frase "Dios y Santamaría e Sevilla".

Tal es la versión de Díaz del Castillo. Cervantes de Salazar también señala a Tapia como el primero que identificó al que habría de ser intérprete junto con Marina, pero cambia las primeras palabras castellanas:


[...] y volviendo el rostro a los nuestros, les dixo en castellano: «Señores, ¿sois españoles?» Otros dicen que dixo: «Señores, ¿sois cristianos?» Respondiéronle que sí, se alegró en tanta manera que lloraba de placer, [...]

Andrés de Tapia, atajándole la plática, llegándose a él lo abrazó amorosamente y dio la mano para que se levantase; abrazáronle los demás, y así se vino con los indios compañeros, hablando con Andrés de Tapia, dándole cuenta cómo se había perdido, hasta que llegó do estaba el Capitán
.

La muerte y la lucha contra los conquistadores españoles.

Rechaza regresar con varias expediciones cristianas, y apoya la expulsión de Grijalva, Francisco Hernández de Córdoba (1517) y Cortés (1518). Durante los años siguientes, los españoles estimaron que Guerrero se dedicó a entrenar a los mayas para defender su territorio, pues cuando Francisco de Montejo, en mayo de 1527, cruza el Atlántico con 380 soldados en cuatro navíos, encontró serias dificultades para conquistar Yucatán.

Combate a los conquistadores Montejo (padre e hijo) y a su capitán Dávila. Instruye a sus guerreros para que no teman a los caballos y armas de fuego, aconsejando siempre no dar tregua ni fiarse de los blancos, intentando salvar ese paraíso, hoy Parque Natural, de Champotón.


Y luego le preguntó por Gonzalo Guerrero, y dijo que estaba casado y tenía tres hijos, y que tenía labrada la Cara y horadadas las orejas y el bezo de abajo, y que era hombre de la mar, de Palos, y que los indios le tienen por esforzado; y que hacía poco más de un año que cuando vinieron a la punta de Cotoche un capitán con tres navíos (parece ser que fueron cuando vinimos los de Francisco Hernández de Córdoba) que él fue inventor que nos diesen la guerra que nos dieron, y que vino él allí juntamente con un cacique de un gran pueblo.

En julio de 1531, el capitán Dávila partió con una fuerza hacia el sitio que hoy es Chetumal, donde suponían que vivía Guerrero y existían minas de oro; sin embargo encontró un lugar en abandono y pese a que más adelante toma a algunos mayas prisioneros, lo engañan diciéndole que Gonzalo Guerrero había muerto de forma natural, por lo que Dávila remite informes a Montejo en Campeche sobre el supuesto fallecimiento.

En realidad, muere en 1536 cuando se enfrentaba a las tropas del capitán Lorenzo de Godoy para ayudar, con cincuenta canoas, a Çiçumba, cacique de Ticamaya (Honduras), en el valle inferior del Río Ulúa. Su agonía no fue muy prolongada.

Una flecha de ballesta se clavó justo en su ombligo y le atravesó hasta el costado. Luego, ironías de la vida, un disparo de arcabuz remató al que fuera arcabucero. Sus hombres le sacaron del campo de batalla y le escondieron detrás de unas palmeras.

Todos sabían que había llegado su hora, así que ninguno intentó extraerle la flecha por no aumentar su sufrimiento o acelerar su fin. Sólo pidió a sus más allegados que cuidaran de sus hijos y, al resto de sus hombres, más de un millar, que siguieran combatiendo. Pero el combate fue encarnizado.

Tuvieron que replegarse y el cadáver de Guerrero quedó en campo enemigo. Algunos españoles afirmaron luego haberlo visto: tatuado y vestido como un indio, pero barbado como un cristiano.

Durante la noche, algunos de sus hombres rescataron su cuerpo y, como postrero homenaje, lo lanzaron al río Ulúa, para que la corriente le llevara hasta el Océano de donde vino.

El final de Gonzalo Guerrero en Puerto de Caballos, Honduras, queda relatado en la carta del Gobernador de Honduras, Andrés de Cerezeda, del día siguiente a la batalla, el 14 de agosto de 1536:

Y arcabuceros y otras personas combatiendo la entrada o salida del albarrada al río y en la proa de la canoa una pica de artillería, que con lo uno y lo otro hizo tanto daño a los indios hasta que ellos, de su voluntad, se vinieron a dar a la obidiencia y servicio de vuestra majestad.

Dijo el cacique Cicimba como, antes que se diesen, con un tiro de arcabuz se había muerto un cristiano español que se llamaba Gonzalo Aroza que es el que andaba entre los indios en la provincia de Yucatán veinte años ha y más, que es éste el que dicen que destruyó al adelantado Montejo.

Y como lo de allá se despobló de cristianos, vino a ayudar a los de acá con una flota de 50 canoas para matar a los que aquí estábamos antes de la venida del adelantado [...] Y andaba este español, que fue muerto defunto, labrado el cuerpo y en hábito de indio.


Archivo General de Indias, Sevilla, Sección Gobierno, Audiencia de Guatemala, legajo nº 39, Remez nº 6


El padre del mestizaje.

Gonzalo Guerrero fue durante siglos un personaje maldito, un traidor, un renegado, un apóstata.

El hombre que combatió a sus compatriotas, que renegó de su patria, de su cultura, de su sangre y, lo que era en la época muchísimo peor, abjuró de su fe y negó a Cristo.

Entre una nebulosa mítica o legendaria, los cronistas, informados por Jerónimo de Aguilar, lo presentan como un ser extraño, raro e inquietante.

No olvidemos que Aguilar, probablemente subdiácono, ya establece en sus relatos una comparación de su proceder contrario al de Guerrero.

Él se mantuvo, con gran esfuerzo, casto y fiel a su rey y a su Dios, en cambio Gonzalo Guerrero había caído en la tentación de tomar mujer, formar una familia, mezclar su sangre con la de sus captores.

Fue eso lo que, según Aguilar, le perdió, llevándole, poco a poco, a abrazar la cultura y los dioses de su nueva familia. Tal vez de su única familia, o de la única familia que recordaba y amaba, después de tantos años de guerras y desventuras por medio mundo.

Las cosas cambiaron tras la independencia de México. Entonces, curiosamente, muchos mexicanos, algunos probablemente descendientes de conquistadores españoles y ahora libertadores, comenzaron a sentir una verdadera pasión por la cultura maya que combatieron sus antepasados.

Y entre los mayas, un nombre que simbolizaba la lucha contra la potencia colonial e imperialista, que simbolizaba la lucha por la libertad: Gonzalo Guerrero.

Así, Guerrero pasó de villano a héroe, de traidor a paladín de las libertades, y el "egregio tránsfuga" fue objeto de honores y monumentos, entre los cuales destacan:

Una laguna cerca de Bacalar lleva su nombre, la Laguna Guerrero.
  • En las ruinas de Oxtankah aún se pueden apreciar restos de los templos y la iglesia que mandó levantar Alonso Dávila en su temporal ocupación de Chactemal.
  • El 4 de abril de 2008 se exhibe el boceto del mural La cuna del mestizaje, de Rodrigo Siller, como pieza del mes del Museo de la Cultura Maya.
  • Paradójicamente, al final de la avenida que se denomina Prolongación del Paseo de Montejo (llamada así en memoria del conquistador a quien combatió) de la ciudad de Mérida, Yucatán, se encuentra un monumento a Gonzalo Guerrero, héroe indiscutiblemente para los habitantes de la región.
  • Obra del escultor Raúl Ayala, y que originalmente perteneció a los propietarios de la z

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